Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas, Lc 11, 14-23
En aquel tiempo, Jesús expulsó a un demonio, que era mudo. Apenas salió el demonio, habló el mudo y la multitud quedó maravillada. Pero algunos decían: «Este expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa. Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: «Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios con el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama».
Oración introductoria
Dios mío, tu Reino ha llegado ya hasta nosotros. El poder del enemigo ha acabado y comienza ahora la obra de la evangelización y de la salvación. Señor, permíteme ser participe de ese amor, estar siempre a tu lado y recoger contigo el fruto de tu redención.
Petición
Señor, quiero recoger contigo, quiero estar siempre contigo.
Meditación
En los últimos dos o tres siglos muchos han preguntado: « ¿Realmente eres tú (Cristo) o hay que cambiar el mundo de modo más radical? ¿Tú (Cristo) no lo haces?». Y han venido muchos profetas, ideólogos y dictadores que han dicho: « ¡No es él! ¡No ha cambiado el mundo! ¡Somos nosotros!». Y han creado sus imperios, sus dictaduras, sus totalitarismos que cambiarían el mundo. Y lo ha cambiado, pero de modo destructivo. Hoy sabemos que de esas grandes promesas no ha quedado más que un gran vacío y una gran destrucción. No eran ellos. Y así debemos mirar de nuevo a Cristo y preguntarle: «¿Eres tú?». El Señor, con el modo silencioso que le es propio, responde: «Mirad lo que he hecho. No he hecho una revolución cruenta, no he cambiado el mundo con la fuerza, sino que he encendido muchas luces que forman, a la vez, un gran camino de luz a lo largo de los milenios». La Iglesia espera mucho de vosotros, de vuestro entusiasmo, de vuestra capacidad de mirar hacia adelante y de vuestro deseo de radicalidad en las opciones de la vida. Sentíos verdaderos protagonistas en la parroquia, poniendo vuestras energías lozanas y toda vuestra vida al servicio de Dios y de los hermanos. (Benedicto XVI, Homilía del 12 de diciembre de 2010).
Reflexión apostólica
El Señor nos ama tanto que no puede aceptar que estemos lejos de Él, lo quiere todo o nada. Cristo no se conforma con partes de un todo. Él desea nuestra entrega total; lo mejor, lo más bello, lo más grande. Y se lo podemos ofrecer a través de nuestros hermanos. Cuando nos esforzamos en la caridad agradamos mucho al corazón de Jesucristo.
Propósito
Veré todo los acontecimientos del día de hoy como oportunidades que Cristo me da para demostrarle mi amor por Él y por mis hermanos, los hombres.
Diálogo con Cristo
¡Jesús, no quiero desparramar las gracias y dones que tu me has dado! Señor, permíteme recoger contigo. Quiero ayudarte, quiero estar siempre a tu lado trabajando contigo. Tú eres mi alegría y tu misión mi cometido. Dame la gracia, Señor, de nunca cansarme y de siempre ser para ti un siervo bueno y fiel.
“Hoy quiero invitar a todos a contemplar el misterio del Corazón divino-humano del Señor Jesús, para beber de la fuente misma del Amor de Dios”(Benedicto XVI, 27 de junio de 2010).
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