EL AYUNO QUE AGRADA AL SEÑOR.
Ayuna de juzgar a los demás; descubre al Cristo que vive en ellos. Ayuna de decir palabras que lastiman a los demás: llena tu boca de frases que sanan y suavizan.
Ayuna de mostrarte descontento: llénate de palabras de gratitud. Ayuna de enojos y protestas: llénate de paciencia. Ayuna de pesimismo: llénate de esperanza cristiana. Ayuna de preocupaciones inútiles: llénate de confianza en Dios. Ayuna de quejarte: llénate de admiración por las maravillas que te da la vida. Ayuna de presiones y de insistencia: llénate de una oración incesante. Ayuna de amargura: llénate de perdón. Ayuna de darte importancia a ti mismo: llénate de compasión por los demás. Ayuna del ansia por tus cosas y propiedades: comprométete en la difusión del Reino de Dios.
Ayuna del desaliento; llénate de entusiasmo por tu fe. Ayuna de todo lo que te separa de Jesucristo: llénate de todo lo que te acerca a El.
Espíritu Santo que has conducido a Jesús al desierto, donde El ha ayunado por cuarenta días y cuarenta noches, por intercesión de la Virgen María, Madre de Jesús y Madre mía, ayúdanos a ayunar así como Tú quieres.
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