Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Comunidad Catòlica Tiberiades
¡ Feliz Cumpleaños kikanina !                                                                                           ¡ Feliz Cumpleaños Cecill757 !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
  Mensajes Generales 
 ============= 
 © MENSAJES GENERALES 
 ============= 
 © MARIOLOGÍA 
 ® VIRGEN MARÍA 
 ® SANTO ROSARIO 
 ® DIVINA MISERICORDIA 
 ============= 
 ® ESPÍRITU SANTO 
 ============= 
 +CUARESMA+ 
 ============= 
 © GIFS Y FONDOS PAZ ENLA TORMENTA 
 ============= 
 © GIFS 
 © BLOG COLECCIÓN DE GIFS 
 © BLOG CATÓLICO NAVIDEÑO 
 © BLOG CATÓLICO VIRGEN MARÍA 
 © BLOG CATÓLICO JESÚS TE SANA 
 © BLOG CATÓLICO DE LOS SANTOS 
 © BLOG CATÓLICO GOTITAS ESPIRITUALES 
 © BLOG GIFS Y FONDOS PAZ ENLA TORMENTA 
 © BLOG DE LA COMUNIDAD CATÓLICA TIBERIADES 
 ============= 
 ♬ NAVIDAD ♬ 
 © FONDOS DE NAVIDAD 
 ADVIENTO Y NAVIDAD 
 ============= 
 © FONDOS DE PANTALLA 
 ® FONDOS PARA MENSAJES 
 ============= 
 ® CARISMA DE TIBERIADES ® 
 ® NORMAS DE CONDUCTA DE TIBERIADES ® 
 
 
  Herramientas
 
º Gotitas Espirituales - Meditaciones: LOS BRAZOS DE DIOS
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: PazenlaTormenta  (Mensaje original) Enviado: 28/04/2011 14:51
 
Los Brazos de Dios
 
No creamos que sólo cuando se es niño se puede tener el consuelo de unos brazos que nos alcen cuando nos sentimos tristes o tenemos miedo. Pensemos que aún siendo adultos, esos brazos se extienden para contenernos en los peores momentos. 
  Para un niño no hay consuelo mayor que los brazos de sus padres. Si se caen, se lastiman, si un juguete se rompió o alguien les dijo algo feo, si se asustaron o les duele algo, el mejor lugar, el más cálido, son los brazos de papá o mamá.
Parecería ser que hacerle upa a un hijo fuera un acto mágico. Casi instantáneamente desaparecen el dolor, la angustia, el miedo y si no se van del todo, se atenúan y mucho.

 Este es alguno de los tantos beneficios de ser niño, ante una dificultad, el consuelo llega rápido, siempre están extendidos los brazos de nuestros padres, dispuestos a hacernos ese “upa” mágico que parecería que, más que elevarnos del suelo, nos llevase hacia otra dimensión, suave, tierna, donde nada duele ni asusta demasiado.
No hay dolor para un niño que no se calme estando en brazos de sus papás.
¿Pero qué ocurre cuando crecemos?
Cuando  somos adultos todo cambia. No es que cuando tengamos  dolor,  pena, miedo, no haya consuelo, no es así, pero ya nadie nos hace upa. Y claro, “estamos grandes para eso”. Nuestros cuerpos pesan mucho y nuestros padres, si bien mantienen intacto su amor hacia nosotros, han perdido la fuerza, la rapidez, el reflejo para extender esos brazos sanadores. Nosotros ya estamos grandes en tamaño y nuestros padres, grandes en edad. Incluso, algunos ya no están con nosotros y nos cuidan desde otro lugar.
Pero el hecho de crecer y convertirse en adulto no nos exime de los dolores, angustias y miedos, muy por el contrario. ¿Qué hacemos entonces cuando nos sentimos mal, tristes, angustiados, temerosos?
Cuando realmente el dolor o el miedo es grande, no se por qué razón, uno se siente chiquito, muy chiquito e indefenso ante el peligro que asecha, sea una enfermedad, la muerte, la falta de amor, el abandono, etc. Es como si ante las situaciones límites nuestro cuerpo se mantuviera  intacto por fuera, pero nuestro corazón se hiciera pequeño y pidiera a gritos que nos alcen a upa. En el dolor más profundo uno se siente indefenso.

En esos momentos, siempre hay alguien o algo que nos consuela, familia, hermanos, abrazos, manos apretadas, caricias, y no es que todo esto no sirva, todo lo  contrario, pero aún así, uno está solo en su dolor y en apariencia nadie “nos alza en brazos”. El grito ahogado del corazón chiquito, sufriente y abatido se hace sentir con una fuerza inaudible, que sólo Dios puede percibir.
Es allí, en el peor de los momentos, en que sí nos hacen upa. Si nos abandonamos  (en el mejor de los sentidos) en Dios, sí dejamos que él nos acompañe y le contamos nuestra angustia, miedo o dolor con humildad, con la sencillez e inocencia de la niñez, Dios, nuestro Padre, no hace upa. Grande como somos, pesados, arrugados, no importa. Dios rescata a su hijo. Sabe que sus brazos son el mejor de los consuelos y nos alza, y en esa dimensión y a pesar del dolor, llega la paz, la confianza absoluta de que todo está en sus buenas y poderosas manos.
Allí y sólo allí nace la paz. En sus brazos, todo se siente mejor, el miedo se atenúa, el dolor mengua, la esperanza crece y la confianza nos domina.
Como antes, como cuando éramos chiquitos, Papá nos está haciendo upa, nos está alzando en brazos.
Sólo se trata de confiar, de tener fe, de amar a Dios como lo que es, nuestro padre, y pedirle humildemente ayuda, descargar en él nuestro pesar, y pedirle en el más amoroso de los sentidos que nos alce a upa.
Sentiremos como sus brazos nos toman y consuelan, como lo que parecía insostenible se puede tolerar, como se puede mantener la calma en  medio del dolor y ¿por qué no?, esbozar un pequeñita sonrisa, como ésas que hacen los niños cuando están en el lugar donde se sienten más seguros, los brazos de sus papás.
Dejémonos alzar por ese Dios papá que nunca abandona y que tiene, no sólo en su regazo, el amor más grande y sublime para brindarnos.
 
 


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados