Ser santos
Abnegación.
Para llegar a ser santos hay que seguir a Jesús. Y ya el Señor nos ha dicho que si queremos seguirle, debemos negarnos a nosotros mismos. Por eso un aspecto que debemos tener muy en cuenta en nuestra santificación es la abnegación, es decir, trabajar por vencer nuestro egoísmo y la búsqueda de placeres y comodidades, y en cambio vivir en el servicio a Dios y a los hermanos, haciendo pequeños sacrificios y renuncias.
Hay que tratar de entrar por la puerta estrecha, nos ha dicho Jesús, y el Reino de Dios lo alcanzarán los que se hacen violencia, es decir, los que tienen puesta la mirada en las cosas celestiales y utilizan lo material para alcanzar el Cielo y no para atarse a este mundo que pasa.
Hoy mismo debemos comenzar con esto, puesto que no hace falta esperar grandes ocasiones para practicar la abnegación, basta con que hagamos bien las cosas ordinarias de todos los días. Porque cada día nos trae multitud de oportunidades para negarnos a nosotros mismos y cumplir nuestro deber, en lugar de hacer lo que se nos da la gana.
Por eso es imprescindible la obediencia a Dios y a los superiores, porque como dice la Escritura: “El hombre obediente cantará victoria”, y obedeciendo a Dios en sus Mandamientos, es como nos negamos a nosotros mismos, haciendo lo que a Dios le agrada, y mortificando nuestra propia voluntad para hacer la Voluntad de Dios.