REFLEXIÓN DEL DÍA
Perdón.
No hay cosa que necesitemos más los hombres que el perdón de Dios. Y tampoco hay cosa que pongamos más en peligro que este perdón divino, puesto que Dios ha condicionado el perdonarnos a que nosotros, a nuestra vez, perdonemos a los hermanos. Y entonces sucede que como no perdonamos a los que nos ofenden, entonces Dios tampoco nos perdona a nosotros.
Dios no manda imposibles, y si dice que debemos perdonar, entonces es posible hacerlo. Pero para poder hacerlo hay que amar, puesto que quien odia jamás puede perdonar. Entonces tenemos que desterrar el odio de nuestra alma. No debemos odiar a NADIE y por NINGÚN MOTIVO, puesto que el que odia hospeda en su alma a Satanás.
Jesús, en su Evangelio, nos ha dado un secreto que, si lo sabemos aprovechar, ya tendremos el Cielo asegurado. El secreto es que perdonemos a los hermanos para ser perdonados por Dios. Si perdonamos todo a todos, Dios nos perdonará TODO y el Paraíso será nuestra morada final y eterna.