Mensaje a los Apóstoles de la Inmaculada
María misionera.
María fue misionera, por ejemplo cuando luego del anuncio del Ángel Gabriel en la Encarnación del Verbo, partió raudamente y sin demora a la casa de su parienta Isabel a ayudarla y a llevarle la Buena Nueva.
Por eso nosotros, los Apóstoles de la Inmaculada, no podemos menos que ser misioneros, ya que cuando uno recibe a Jesús en su corazón, ya sea por la Eucaristía o por su Palabra, le arde como un fuego que debe expandirse por todo el entorno.
Pensemos si estamos haciendo apostolado, y si estamos convencidos de lo que creemos, o en cambio nuestra fe es débil y dispuesta a apagarse al primer soplo de aire fresco.
Recemos más, porque es a través de la oración, en especial el Santo Rosario, que recibimos fuerzas y empuje para hacer apostolado, ya que en la oración se reciben gracias escogidas para la misión que tenemos sobre esta tierra, y a la que Dios nos ha venido preparando desde nuestra más tierna infancia.
Como dice el dicho: “A Dios orando, y con el mazo dando”, haciendo todas las cosas como si todo dependiera de nosotros, pero sabiendo en el fondo que todo depende de Dios.
¡Ave María Purísima!
¡Sin pecado concebida!