Autor: Eduardo Cáceres Contreras
| Fuente: Conferencia Episcopal de Chile
¿Qué es Pentecostés? |
Una festividad cristiana que data del siglo primero y estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua |
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¿Qué es Pentecostés? |
Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar
siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos
(Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días;
de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió
más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término
de la cosecha de la cebada y antes de comenzar
la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de
cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero
tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván,
equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido
fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero
pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en
esta fiesta el hecho de la alianza y el don
de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el
libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo
sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este
acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera
categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).
(Vocabulario Bíblico de la
Biblia de América) Comisión Nacional de Pastoral Bíblica
PENTECOSTÉS, algo más que
la venida del espíritu...
La fiesta de Pentecostés es uno de
los Domingos más importantes del año, después de la Pascua.
En el Antiguo Testamento era la fiesta de la cosecha
y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en
el Monte Sinaí, cincuenta días después de la salida de
Egipto.
Aunque durante mucho tiempo, debido a su importancia, esta fiesta
fue llamada por el pueblo segunda Pascua, la liturgia actual
de la Iglesia, si bien la mantiene como máxima solemnidad
después de la festividad de Pascua, no pretende hacer un
paralelo entre ambas, muy por el contrario, busca formar una
unidad en donde se destaque Pentecostés como la conclusión de
la cincuentena pascual. Vale decir como una fiesta de plenitud
y no de inicio. Por lo tanto no podemos desvincularla
de la Madre de todas las fiestas que es la
Pascua.
En este sentido, Pentecostés, no es una fiesta autónoma y
no puede quedar sólo como la fiesta en honor al
Espíritu Santo. Aunque lamentablemente, hoy en día, son muchísimos los
fieles que aún tienen esta visión parcial, lo que lleva
a empobrecer su contenido.
Hay que insistir que, la fiesta de
Pentecostés, es el segundo domingo más importante del año litúrgico
en donde los cristianos tenemos la oportunidad de vivir intensamente
la relación existente entre la Resurrección de Cristo, su Ascensión
y la venida del Espíritu Santo.
Es bueno tener presente, entonces,
que todo el tiempo de Pascua es, también, tiempo del
Espíritu Santo, Espíritu que es fruto de la Pascua, que
estuvo en el nacimiento de la Iglesia y que, además,
siempre estará presente entre nosotros, inspirando nuestra vida, renovando nuestro
interior e impulsándonos a ser testigos en medio de la
realidad que nos corresponde vivir.
Culminar con una vigilia:
Entre las muchas
actividades que se preparan para esta fiesta, se encuentran, las
ya tradicionales, Vigilias de Pentecostés que, bien pensadas y lo
suficientemente preparadas, pueden ser experiencias profundas y significativas para quienes
participan en ellas.
Una vigilia, que significa “Noche en vela” porque
se desarrolla de noche, es un acto litúrgico, una importante
celebración de un grupo o una comunidad que vigila y
reflexiona en oración mientras la población duerme. Se trata de
estar despiertos durante la noche a la espera de la
luz del día de una fiesta importante, en este caso
Pentecostés. En ella se comparten, a la luz de la
Palabra de Dios, experiencias, testimonios y vivencias. Todo en un
ambiente de acogida y respeto.
Es importante tener presente que la
lectura de la Sagrada Escritura, las oraciones, los cantos, los
gestos, los símbolos, la luz, las imágenes, los colores, la
celebración de la Eucaristía y la participación de la asamblea
son elementos claves de una Vigilia.
En el caso de Pentecostés
centramos la atención en el Espíritu Santo prometido por Jesús
en reiteradas ocasiones y, ésta vigilia, puede llegar a ser
muy atrayente, especialmente para los jóvenes, precisamente por el clima
de oración, de alegría y fiesta.
Algo que nunca debiera estar
ausente en una Vigilia de Pentecostés son los dones y
los frutos del Espíritu Santo. A través de diversas formas
y distintos recursos (lenguas de fuego, palomas, carteles, voces grabadas,
tarjetas, pegatinas, etc.) debemos destacarlos y hacer que la gente
los tenga presente, los asimile y los haga vida.
No sacamos
nada con mencionarlos sólo para esta fiesta, o escribirlos en
hermosas tarjetas, o en lenguas de fuego hechas en cartulinas
fosforescentes, si no reconocemos que nuestro actuar diario está bajo
la acción del Espíritu y de los frutos que vayamos
produciendo.
Invoquemos, una vez más, al Espíritu Santo para que nos
regale sus luces y su fuerza y, sobre todo, nos
haga fieles testigos de Jesucristo, nuestro Señor. | |
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