Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.
Oración introductoria
Señor y Dios mío soy todo tuyo. Me coloco en tu presencia. Ayúdame a vivir de acuerdo con mi identidad cristiana y a llevar a los demás hacia ti, con mi ejemplo de vida. Yo sé que Tú me ayudas en todo momento y que siempre cuento contigo. Nunca me dejes solo, pues sin ti no soy nada.
Petición
Dios mío, ayúdame para que sea un verdadero hijo tuyo y que con mi ejemplo pueda ayudar a mis demás hermanos. Sólo te pido una cosa, que nunca me separe de ti por el pecado, quiero siempre estar contigo.
Meditación
Hoy contemplamos la Santísima Trinidad tal como nos la dio a conocer Jesús. Él nos reveló que Dios es amor “no en la unidad de una sola persona, sino en la trinidad de una sola sustancia” (Prefacio): es Creador y Padre misericordioso; es Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; y, por último, es Espíritu Santo, que lo mueve todo, el cosmos y la historia, hacia la plena recapitulación final. Tres Personas que son un solo Dios, porque el Padre es amor, el Hijo es amor y el Espíritu es amor. Dios es todo amor y sólo amor, amor purísimo, infinito y eterno. No vive en una espléndida soledad, sino que más bien es fuente inagotable de vida que se entrega y comunica incesantemente. Alabar y engrandecer a Dios con nuestra vida. (Benedicto XVI, Solemnidad de la Santísima Trinidad, domingo 7 de junio de 2009)
Reflexión apostólica
Hoy celebramos la fiesta de Dios uno y trino, la Santísima Trinidad. El evangelio nos muestra que Dios todopoderoso, nuestro Padre y Creador, nos ama tanto que nos entregó a su Hijo unigénito, para que pudiéramos merecer la vida Eterna. Esto significa que, en definitiva, nosotros estamos llamados a gozar de una felicidad verdadera y permanente desde antes de que creara el mundo. Solamente necesitamos que vivir de acuerdo con nuestra conciencia, esto es, de acuerdo con la voluntad de Dios en nuestras vidas. Tomar en serio el compromiso de la fe que profesamos y así, con nuestro buen ejemplo, lo trasmitamos a los demás.
Propósito
Hoy me mostraré generoso con los demás ayudándolos en sus necesidades, en la medida de mis posibilidades. Quiero imitar el ejemplo de amor de la Santísima Trinidad.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a entregarme con decisión en mi vocación de cristiano. Que sepa salir de mi mundo y donarme sin límites. Llena mi corazón de tus bienes eternos. Que nunca te deje sólo. Ayúdame Señor, a ser fiel a tu voluntad. Gracias, Padre, por crearme. Gracias Jesús por por redimirme. Gracias Espíritu Santo por iluminarme y santificarme.
¡Tarde te he amado, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te he amado! (San Agustín, Conf. 10, 27)
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