¿Por qué tormenta estás pasando en esto momento? ¿Te estás manteniendo firme? ¿O te estás tambaleando al borde del derrumbe porque tu energía se ha agotado, tu fe está titubeando, y el temor te advierte de un desastre potencial?
En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús dice que si oímos sus palabras -- sus verdades, sus mandamientos, su manera de hacer las cosas -- pero fallamos en ponerlos en práctica, las tempestades de la vida nos derrumbaran.
El nunca dijo que él calmaría todas nuestras tempestades. El sufrimiento forma parte de la vida cristiana al seguir a Jesús hacia la cruz y através de la cruz (después de lo que siempre sigue la resurrección y la ascensión a glorias más grandes).
Para experimentar la paz, la confianza, la esperanza, la alegría y la seguridad durante las tempestades, nosotros tenemos que escoger mantenernos en la piedra sólida de la verdad, en vez de en las arenas tambaleantes del relativismo moral. Nosotros no encontraremos la seguridad si nos alejamos de Dios manejando la vida a nuestra manera. Siempre que fallamos en poner en práctica lo que Jesús enseñó, nosotros nos ponemos (y a los demás) en peligro.
Nosotros quizás pensemos que tenemos una buena razón para no hacer caso a alguna enseñanza de la Iglesia, o quizás racionalicemos que un pecado no es pecado, pero a pesar de lo fijo que parezca el suelo que pisamos, nosotros estamos escogiendo depender en la arena que se llevan las tormentas. Ninguna racionalización, ninguna lógica, ningún sistema de negación puede transformar una playa en un pedrusco.
Cuándo un amigo te pregunta cómo estás, has utilizado el viejo cliché: ¡"Pues aquí aguantando! Probablemente lo digas con un ceño en la cara. Bien, y que estás aguantado. ¿Bien, de que te estás sosteniendo? ¿Por qué necesitas estar soportando algo?
La razón por la qué nos sentimos inseguros y atemorizados las pruebas es porque "estar aguantando" significa que nuestros pies están colgando en el aire. Jesús nos dijo que nos MANTENIERAMOS FIRMES en la piedra sólida de la verdad.
Los cristianos que construyen su fe en arena, son los que reclaman que como Dios siempre nos ama y nos perdona cuando pecamos, ellos pueden con seguridad hacer cualquier cosa que se siente bien. Pero aquellos que prefieren estar en la arena pierden el toque con el amor de Dios muy pronto, cuándo los tiempos se ponen difíciles. "¿Dónde está él ahora?" se preguntan ellos mientras se hunden en el hoyo de la desesperación y la soledad.
Aprendemos a confiar en el amor de Dios durante la tempestad, sólo después de que hemos aprendido primero a confiar en el y en "como-seguir" los mandamientos para la santidad de la vida cotidiana. Cuándo te das cuenta de que tus pies se hunden, o te estás cayendo en un hoyo que abrió un terremoto, o si estás perdiendo de vista el arco iris del que te has estado colgando, identifica qué enseñanzas de Cristo has estado ignorando, y después corre al Sacramento de Reconciliación.
Sí, Dios nos ama aún mientras estamos pecando todavía, pero nuestro humilde arrepentimiento y el obsequio de la gracia de Dios, que recibimos en este sacramento, plantan nuestros pies firmemente en la piedra sólida de la verdad.
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