¿Qué te desanima?
En la lectura del Evangelio de hoy, ¿cómo reacciona Jesús cuando los Fariseos lo acusan de estar asociado con el diablo? Aparentemente, él no reacciona de ninguna manera. Él se negó a permitir que ellos controlaran su conducta, su actitud y su respuesta.
Cuándo alguien nos trata injustamente o poco amable, ¿cuánto control le damos a esa persona? Si nosotros reaccionamos en vez de escoger cómo actuar, si nuestro enojo perdura, si nos sentimos desanimados, si nos sumergimos en la autocompasión diciendo "pobre de mí", o si dejamos de hacer lo que estamos haciendo, entonces ya hemos entregado demasiado. ¿Por qué permitir que los demás nos controlen de esa manera? ¿Por qué permitirles que nos motiven a la desdicha?
Jesús estuvo motivado, no por el acoso, sino por las necesidades de las personas. El conocimiento de lo que él podía hacer por ellos lo movió a continuar su visita a los pueblos y aldeas a pesar de las falsas acusaciones que dañaron su reputación.
Cuándo servimos a Dios, no tenemos tiempo para las tonterías que las personas nos tiran en sus ataques. Es sólo la opinión que Dios tiene de nosotros la que importa de todas maneras. Permaneciendo enfocados en Jesús y siguiéndolo a donde él nos dirija, podremos gozar de lo que estamos haciendo para su reino.
¡Nadie tiene el derecho de robarnos nuestra alegría! ¿Entonces porque renunciar a ella?
Jesús tuvo una buena razón para sentirse abatido, considerando los tamaños inmensos de las multitudes y las necesidades inmensas de las personas y los muchos pueblos que todavía no visitaba, siendo que él era sólo una persona con mucho que hacer. ¿Alguna vez has trabajado en un proyecto o en un ministerio que te hizo sentir abrumad@? ¿Cómo crees que se sintió Jesús? La escritura dice que él sintió compasión por los que necesitaban lo que él les podía dar.
Él se pudo haber sentido frustrado. O pudo haberse preocupado de que nadie fuera a poder hacer el trabajo tan bien como él. En vez de eso, él les dijo a sus discípulos que oraran por más ayudantes. ¡Después él les dijo que ELLOS eran los ayudantes por los cuales ellos mismos habían orado!
Esta lectura del Evangelio a menudo es utilizada para recordarles a las personas de que oren por el aumento de vocaciones. Pues adivina qué. ¡NOSOTROS somos los ayudantes por los que estamos orando! Algunos de nosotros somos talentosos y llamados a ser sacerdotes o a unirnos a las órdenes religiosas, pero no todos. Sin embargo, todos somos llamados a ayudar a Jesús con la cosecha. El laicado puede ir donde el clero no puede - en los hogares y lugares de trabajo y en las reuniones de vecinos -- para que Jesús pueda servir las necesidades de más y más personas.
Nuestra vocación es la de ser las manos y pies de Jesús, su voz y su corazón. Esto a menudo incluye la persecución de los que fallan en entendernos, ¿pero vamos a permitir que eso controle nuestros sentimientos?
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