Tiempo (Reflexion)
Jesucristo estaba iniciando su ministerio público y predicaba en cada pueblo de Galilea. Además de predicar comenzó a sanar enfermos y a curar endemoniados. Y en una sociedad donde no había ni diarios, ni celulares con mensajitos, ni internet, ni facebook ni twitter; la fama el Señor Jesús comenzó a extenderse rápidamente. Tan rápido y tan potente que apenas llegaba a un pueblo era rodeado por centenares de enfermos que rogaban por un milagro.
Ese sábado fue un día largo para Jesucristo, había estado hablando en la sinagoga y predicando del Reino. Cuando llegó tarde a la casa de Pedro para descansar, vio que la suegra de su discípulo volaba de fiebre y la sanó. Apenas se hizo de noche, todos los enfermos del pueblo estaban golpeando la puerta para ser sanados.
Cristo era Dios, pero también era hombre. Estaba cansado física y mentalmente. Cada milagro le demandaba un gran esfuerzo y la fila de enfermos crecía más rápido de lo que Él sanaba. Podría haber dado turnos, fijado una agenda, relajarse un rato y dejar a la gente esperando afuera. No sería tan grave, habían estado enfermos mucho tiempo. Esperar un poco más no los iba a matar.
Sin embargo, Jesucristo miró por la ventana y vio detrás de la multitud de enfermos que esperaban la angustia y la desesperación de hombre y mujeres marginados, fracasados, dolidos y sin esperanza. Y salió de la casa de Pedro para sanar a los que habían llegado. No le importó su cansancio, ni su comodidad, ni su necesidad. Jesucristo tenía tiempo para todos. Incluso para madrugar al día siguiente y retirarse a solas a hablar con Dios Padre.
Pasaron dos mil años, y las cosas no han cambiado. Jesucristo sigue mirando más allá de lo que nosotros podemos ver. Y mira lo profundo de nuestro corazón. Él sabe de tus temores, de tus luchas, de tus miedos, de tus fracasos, de tus desilusiones y de tus frustraciones. Y una vez más, vuelve a acercarse a tu vida para ayudarte.
Tal vez te sentís como ese enfermo desesperado en la puerta de la casa de Pedro. Jesucristo sabe de tu necesidad, y tiene tiempo para atenderte personalmente.
REFLEXIÓN – Cristo te conoce y te cura.
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