¿Estas Agobiad@? O ¿Estas Animad@?
¿Te sientes animado por llevar puesto el yugo de Jesús? O ¿está tan pesado que te está agobiando?
Mientras estamos arando nuestras propias luchas personales, otras personas necesitan nuestra ayuda y nuestro amor incondicional, paciente, y que va más allá de lo escasamente necesario. Si estamos sujetados al yugo de Jesús, tenemos que responder como él lo haría. No es de extrañar que nos sintamos agobiados y agotados. Sin embargo Jesús nos dice en el Evangelio de hoy: "Ven a mí cuando estés fatigado y la vida se te haga pesada, y yo te refrescare".
Ayyy, eso suena bien, relajante, y restaurador. Pero entonces por qué él agrega: ¿"Toma mi yugo sobre ti"? ¿Cómo podemos encontrar la recuperación que necesitamos mientras estamos atados a su yugo de servicio y evangelización a los demás? Un yugo sirve para hacer el trabajo pesado. ¿Quién quiere estar unido a los trabajos pesados como bueyes que agitan o mueven la tierra dura de un campo inmenso? ¡Yo me canso con tan solo visualizar esto!
La paz serena que nosotros anhelamos ya está dentro de nosotros, disponible en cada momento, porque Jesús vive en nosotros. Nosotros no nos unimos a él para ser arrastrados y forzados al trabajo pesado, sino para beneficiarnos de su fuerza. Si nosotros escogemos libremente servir como él sirve y labramos lo que él labra, somos sostenidos por su fuerza sobrenatural. Somos unidos a él, pero él hace el trabajo más pesado. El yugo no sólo nos une a su ministerio de ayuda para los demás, también nos une a su ministerio de SU propia ayuda. Él nos atiende mientras nosotros lo ayudamos a servir a los demás.
Cuándo estamos sufriendo porque alguien ha hecho nuestro trabajo difícil, Jesús está a nuestro lado, besando nuestras heridas y afirmando nuestra bondad. Cuándo somos desafiados por un inmenso emprendimiento y nos sentimos agobiados, Jesús nos guía al mismo tiempo que se adelanta para mantenernos en la dirección correcta Cuando estamos cansados, Jesús pone un alto al trabajo del campo y se sienta para que nosotros nos sentemos también, y después él nos ayuda, restaurando nuestra energía (a menos que nosotros continuemos jalando y empujando porque pensamos que no nos conviene tomar un tiempo para descansar).
Cuándo las cargas se sienten tan pesadas que no podemos manejarlas, algo está mal. Estamos haciendo más de lo que Dios quiere que hagamos. Nuestras prioridades están equivocadas. Estar unidos a Jesús es una relación que sólo funciona bien si ponemos atención a él para que lo sigamos en vez de esforzarnos en irnos en una dirección diferente o en una velocidad muy rápida. Tratar de alejarnos y arar en la dirección equivocada es una lucha que nos desgasta y nunca triunfa a menos que el yugo se rompa.
Cuándo nos sentimos desgastados, Dios nos está advirtiendo: ¡Ve más despacio! ¡Simplifica tu vida! ¡Haz un cambio! ¡Dedica más tiempo en oración escuchándome a mí! ¡Confía en mí! ¡Mis maneras son mejores de lo que tú piensas!
Jesús sabe cómo vigorizarnos y darnos fuerza. Él sabe qué darnos para que nuestras necesidades sean cumplidas para las tareas que se aproximan. Estar unidos a Jesús significa servir a los demás de la misma manera que él nos atiende, y no más que eso. Ni nada menos.