Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.Leer el comentario del Evangelio por : San Isaac el Siríaco (siglo 7º), monje en Nínive, cerca de Mosul en el actual IrakDiscursos ascéticos, 1ª serie, nº 2La oveja perdida
Señor Jesucristo, Dios nuestro, yo tengo un corazón que te busca
con inquietud, ni arrepentido, ni lleno de ternura por ti, ni nada de
eso que hace volver a los hijos a su heredad. Maestro, yo no tengo
lágrimas para orarte. Mi espíritu está en tinieblas a causa de las cosas
de esta vida y, en su dolor, no tiene la fuerza necesaria para tender
hacia ti. Mi corazón está frío en las pruebas, y las lágrimas de amor
por ti no pueden calentarlo. Pero tú, Señor Jesucristo, mi Dios, tesoro
de todos los bienes, dame un arrepentimiento total y un corazón apenado,
para que, con toda mi alma salga en tu búsqueda, porque sin ti estaré
privado de todo bien; oh, Dios bueno, dame tu gracia. Que el Padre que,
fuera del tiempo, en la eternidad, te engendra en su seno, renueve en mí
las formas de tu imagen. Yo te he abandonado; tú no me
abandones. Yo he marchado de ti; sal tú a buscarme. Condúceme hasta tu
pradera; cuéntame entre las ovejas de tu rebaño preferido. Con ellas
aliméntame con la hierba verde de tus misterios divinos que moran en el
corazón puro, este corazón que lleva en sí mismo el esplendor de tus
revelaciones, la consolación y la dulzura de los que se han esforzado
por ti en los tormentos y ultrajes. Que nosotros podamos ser dignos de
un tal esplendor, por tu gracia y amor hacia el hombre, tú, nuestro
Salvador Jesucristo, por los siglos de los siglos. Amén DIOS TE BENDIGA SIEMPRE YULLY MARICELA.
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