Agradeciendo los espinos
Era la víspera del día de Acción de Gracias,
Sandra se sentía muy infeliz cuando entró a la florería.
Su hijo estaría naciendo si no lo hubiese perdido
en un accidente de automóvil.
Lamentaba mucho su pérdida.
No bastando eso, aún había posibilidad de que su marido
sea transferido; y para completar, su hermana canceló
la visita que le haría en el próximo feriado.
¿Acción de Gracias? ¿Agradecer qué? se preguntó.
Una amiga tuvo el coraje de decir que el sufrimiento
era una dádiva de Dios, que hacía madurar y fortalecer.
Sus pensamientos fueron interrumpidos
por la vendedora diciendo:
- ¿Quiere un arreglo tradicional o le gustaría
innovar con lo que yo llamo, especial?
Sandra explicó que nada tenía para agradecer
y la otra replicó, enfática:
- Pues tengo el arreglo perfecto para usted.
En ese momento entró un cliente que vino a buscar
su pedido, un arreglo de follajes y largos y espinosos
tallos de rosa. Todo muy bien arreglado,
pero no había ninguna flor.
Sandra se quedó pensando por qué alguien
pagaría por tallos de rosas, sin flor.
Este es el "especial". Lo llamo bouquet de espinos
de Acción de Gracias, -explicó la vendedora-.
¿Pero qué la llevó a crear el bouquet de espinas?
preguntó Sandra.
Aprendí a ser agradecida por las espinas.
Siempre agradecí a Dios por las buenas cosas
en mi vida y nunca le pregunté por qué
esas buenas cosas sucedían.
Pero cuando vinieron cosas malas,
yo lloré y grité: ¿Por qué? ¿Por qué yo?
Demoré para aprender que los tiempos difíciles
son importantes para nuestra fe y nuestro fortalecimiento.
Delante de las dificultades nos aproximamos a Dios
y valorizamos la vida y sus buenos momentos.
Sandra recordó lo que su amiga le había dicho,
y exclamó: Perdí a mi bebé y yo estoy enojada con Dios.
En ese momento entró un hombre en el negocio,
que también venía a buscar un arreglo de tallos espinosos.
¿Esto es para su esposa? - Preguntó Sandra incrédula.
¿Pero por qué ella querría un bouquet como ese?
Mi esposa y yo casi nos divorciamos, pero con la gracia
de Dios, nosotros enfrentamos problema tras problema
y salvamos nuestro casamiento. El arreglo Especial
nos recuerda los tiempos "espinosos".
Etiquetamos cada tallo con uno de los problemas
enfrentados y damos gracias por lo que él nos enseñó.
Yo le recomiendo el arreglo especial.
No sé si puedo ser agradecida por los espinos
en mi vida, es todo tan reciente...
La vendedora respondió cariñosamente:
- Mi experiencia me mostró que los espinos vuelven
las rosas más preciosas, apreciamos más el cuidado
providencial de Dios durante el problema,
que en cualquier otro tiempo.
Lágrimas rodaron por el rostro de Sandra.
Llevaré una docena de esos tallos largos y llenos
de espinas, por favor: ¿cuánto le debo?
Nada. Nada, además de la promesa de que permitirá
que Dios cure su corazón. El primer arreglo
es siempre por mi cuenta.
La vendedora sonrió y pasó una tarjeta a Sandra.
- Colocaré esta tarjeta en su arreglo, pero tal vez
usted quiera leerlo primero.
Y Sandra leyó:
"Mi Dios, yo nunca agradecí por mis espinas,
yo agradecí mil veces por mis rosas, pero nunca
por mis espinas. Enséñame el valor de mis espinas.
Muéstrame que a través de mis lágrimas, los colores
de Tu arco iris son mucho más brillantes".