Silencio
Es extraño como cambiamos nuestras costumbres. Por lo general estamos siempre tratando de esconder nuestros errores, nuestras debilidades o falencias. Nos maquillamos para parecer más interesantes o bellos de lo que en realidad somos. Pero el avance de las redes sociales y lo amplio que se globalizó el mundo nos permite ver detalles de la vida ajena que eran impensados en otros tiempos.
Si entrás al facebook de cualquier persona vas a poder ver quienes son sus amistades, con quien se rodea, donde pasó su último cumpleaños y que gustos tiene. Solo mirando su perfil público. Las dos ideas se contraponen, pero muestran una realidad inequívoca de las personas. Todos somos un poco chusmas. Nos encanta saber de los otros. Si esto no fuera así no habría tantos programas que hablan de las personas, ni se venderían tantas revistas del espectáculo.
El diablo es muy astuto y hábil para hacernos tropezar. Y se encargó durante años en hacernos creer que esto de hablar de terceros puede ser divertido y entretenido. Como ya se hizo habitual y es común escuchar a los demás criticando o hablando de terceros, nos hizo creer que no está mal. Y de esta manera logró tener una herramienta fundamental para que los hijos de Dios tropecemos: el chisme.
Obviamente, nadie se va a hacer cargo de la acusación y todos vamos a negar que somos chismosos. Cuando hablamos de terceros es porque conocemos del caso y tenemos evidencia. Y lo hacemos para advertir a los demás de los peligros de personas "no tan buenas".
Dios llama al chisme pecado. Y el sabio Salomón fue muy hábil en definir a este tipo de personas. Son aquellos que hablan mucho, aquellos curiosos que siempre están preguntando y hablando de todo y de todos. Por lo general, este tipo de personas no saben guardar un secreto. Son muy hábiles en esconder sus desvirtudes, pero no pueden reservar lo que saben. Y aunque te prometan silencio, a penas te des vuelta, van a estar comentando tus secretos a otros.
Dios nos recomienda que evitemos estas personas. Que no nos juntemos con ellas. Porque el pecado del chisme tiene dos extremos. Lo comete quien habla y también quien escucha. Si dejaran de existir personas que escuchan, el chisme se acabaría.
REFLEXIÓN – Guardá tus secretos en silencio