"Por nada estéis afanosos..."
El Dr. Robert Elliott, un cardiólogo de Nebraska, USA, tenía dos reglas para administrar tensión y preocupación:
Regla 1 -- "No ponerse ansioso por cosas pequeñas".
Regla 2 --"Todas las cosas son pequeñas". (John Maxwell - Cómo Vencer La Preocupación)
Cuando gastamos nuestro tiempo inútilmente con ansiedad y preocupación, perdemos óptimas oportunidades de experimentar
las bendiciones que manan de un corazón confiante y seguro en el Señor.
Él nos prometió grandes cosas, y lo mejor que tenemos a hacer es esperar pacientemente por el cumplimiento de cada una de ellas.
¿De qué sirve que yo coloque mis inquietudes en el altar de Dios si no soy capaz de esperar el tiempo cierto de Su respuesta?
Y si nosotros, como el cardiólogo de nuestra ilustración, entendemos qué grande es el Señor y no nuestras angustias, viviremos de forma mucho más abundante y no estaremos enojados por el estrés que ellas provocan.
La fe fortalece nuestra esperanza y en medio de las turbulencias, experimentamos momentos de paz y dicha.
¿De que sirve que pasemos largos días preocupados con los problemas que nos abruman si la victoria, sabemos, viene del
Señor? ¿De qué nos valdrá estar desesperados si no tenemos fuerza o capacidad de resolverlos?
Dejemos que Dios tome el control de todo.
Descansemos a la sombra de Su altar y tengamos confianza plena de que la solución luego llegará.
Y, si por cualquier motivo ella no llega, glorifiquemos a Dios porque Su voluntad es soberana
y Él tendrá cosas mayores y mejores para nosotros.
Abandone toda ansiedad que impide que usted sea realmente feliz.
Abra su corazón al Señor y deje que Él dirija su vida.
Sus problemas en realidad, son pequeños, y pronto desaparecerán.
¡Grande es nuestro Dios! ¡Grandes son las bendiciones que Él nos da!