MEDITACION
Comienzo la oración, intento hacer silencio en mi interior y prepararme para escuchar un día más la palabra de Dios. Hoy quiero dedicar otra vez tiempo a encontrarme con Jesús, a estar con él, le pido que me abra el corazón para conocerle a él, su misión, su sueño, su reino. Me preparo para escuchar, dejo que sus palabras me lleguen.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas: Y Jesús les hizo esta comparación: «Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. sí también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. (Lucas 21, 29-33)
Jesús hablaba de todo y lo hacía para que la gente le comprendiera, hablaba de lo cotidiano, de nuestros trabajos, de cómo somos pero siempre de cómo era el reino de Dios, que te dicen hoy estas palabras de Jesús.
Hay que saber mirar a la realidad, a menudo nos desanimamos, escuchamos a mucha gente decir que este mundo es un desastre pero hoy Jesús nos vuelve a recordar que está cerca el reino de Dios, que señales veo hoy en mi interior, en mi entorno, en el mundo de que ese reino esta cerca.
El reino de Dios es un reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, es un reino de justicia, de amor y de paz. Vuelvo a escuchar las palabras que Jesús nos dice hoy el Reino de Dios está cerca, dejo que sus palabras me lleguen, el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán.
Cuando se da la paz en las iglesias de rito bizantino una persona dice “Cristo esta en medio de nosotros” y la otra persona responde “esta y va estar”. Hablo con el Señor esta y va estar a mi lado, su reino ya está aquí y me llama estar con él. Le abro mi corazón, le pido que me enseñe a mirar la realidad y a descubrir su reino.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
BENDICIONES