Buen dia
¿Cuándo fue la última vez que tuviste una experiencia cumbre de fe? ¿Te gustaría que sucediera durante esta temporada de Adviento?
¡Es tiempo de alcanzar nuevas alturas en el desarrollo espiritual! Esto es lo que la primera lectura de hoy nos dice. Tu fe en seguir a Jesús hará posible subir a la montaña del Señor. Cuando pasamos tiempo diariamente para unir nuestras vidas a Cristo para que permanezcamos cerca de él y mejoremos al imitarlo, nosotros nos unimos a su paz y alegría. Nosotros también nos unimos a su madre, María, porque por nuestra asociación con Jesús, nosotros damos a Jesús - y su paz y la alegría - al mundo.
El profeta Isaías vio esto ser prometido en los "días por venir". Él había crecido rezando el responsorial de hoy para la paz de Jerusalén. Israel no había experimentado la paz desde el tiempo del reinado del Rey Solomon - y aun no la ha experimentado.
Dios el Hijo Divino llegó a ser el hijo de un humano para establecer la paz más grande en la tierra, la alegría más completa, y la revelación más clara de las instrucciones de Dios en cómo alcanzar la paz y la alegría. Siguiendo a Jesús e imitándolo, llegamos a ser el nuevo Jerusalén, el Sión que Isaías previo. Dándole a Jesús al mundo por medio de nuestras acciones y actitudes, llegamos a ser la respuesta a la oración del salmista.
Sin este tipo de fe en Jesús, en lugar de vivir en la montaña del Señor, vivimos en el valle. Cuándo las dificultades de la vida son más duras o cuando permanecemos en el pecado por mucho tiempo, llegamos hasta lo más bajo. Imitar a Jesús nos eleva a nuevas alturas en el reino de Dios.
Esta clase de fe es modelada por el centurión en la lectura del Evangelio de hoy. Su amor por alguien más - ¡un sirviente! - lo motivo a ir a la fuente del amor por un milagro. Su fe "asombró" a Jesús. No fue solo su confianza en Jesús que comprobó que tenia fe verdadera; fue su compasión por los demás. Asombrosamente, este enemigo romano de los judíos había subido la montaña del Señor mientras los judíos todavía peleaban en el valle.
¿Has asombrado a Jesús alguna vez?
La fe verdadera significa que nosotros confiamos de que Dios nos abraza y nos sostiene firmemente, aún cuándo los conflictos y las dificultades nos sacuden. Esta confianza llega a ser una experiencia de cumbre cuando damos el regalo del amor y perdón - el regalo de Jesús mismo - a los que causan problemas.
La fe verdadera significa que permitimos a Jesús que sea nuestro Señor, nuestro Maestro, nuestra Guía; y así por medio de su palabra y su Espíritu Santo recibimos las mejores instrucciones para lidiar con los problemas.
Hoy, identifica una espada que has estado utilizando en un conflicto. Conviértela en una reja de arado, haciendo el bien a tu enemigo (un "enemigo" es cualquiera cuya voluntad es opuesta a la tuya). Tu regalo de bondad es un regalo de Jesús. Incluso si eres una víctima inocente de la batalla, tu buena obra es un acto de darle a Cristo al mundo.
Este regalo sacrificador es el cumplimiento de la profecía de Isaías. Las buenas obras que hacemos en asociación con Cristo cambian al mundo. Mientras servimos en el valle, también estamos con Jesús en su montaña sagrada.
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