"¡Mira al cielo!
Buscó al anciano en todas partes y finalmente lo descubrió cerca del río. Éste estaba tumbado y como en éxtasis mirando al cielo. "¿Qué haces?" - le preguntó preocupado el muchacho. "Observo la naturaleza" - repicó el viejo. "Siento el sol, escucho el agua y veo las nubes". "¿Y por qué haces esto?" - quiso saber el muchacho. "Porque es la mejor manera de eliminar el polvo interior" - fue la respuesta. "Me temo que no lo entiendo" - dijo el muchacho. El hombre se levantó, respiró profundamente y declaró: "Cada ser humano lleva dentro de sí una gran sabiduría, pero nadie encuentra este viejo tesoro ya que está cubierto por montañas de sufrimiento. Pero cuando uno aprende a eliminar los escombros de la aflicción y del dolor, las nieblas se levantan y se puede ver cómo brilla el tesoro de la luz del sol eterno. Las heladas lágrimas de la vida desaparecen y la sabiduría y la bienaventuranza despertarán". Después de callar por unos instantes instó al muchacho: "¡Mira al cielo! ¿Puedes ver el sol?" "No," - repuso el muchacho - "no veo más que nubes". "¿Y dónde está el sol?" - insistió el viejo. "Está detrás de las nubes" - fue la respuesta. Entonces el viejo explicó: "Incluso cuando las nubes ocultan el sol, no son capaces de retener su luz y calor. Considera ahora a las nubes como los escombros y al sol como la sabiduría".
CHAO-HSUI-CHEN, EN EL MAESTRO
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