¿Tienes Miedo?
El Salmo Responsorial de hoy 27: ¿"El Señor es mi luz y mi salvación - a quién he de temer"?
¿Quién te imita? ¿Qué rechazos estás tratando de evitar? ¿Pero no nos detengamos en el "quien"? ¿De que tienes miedo en este momento? ¿Qué desilusión temes? ¿Qué te está preocupando? ¿Qué roba tu alegría y parece no tener solución?
Cuándo nosotros "miramos en la belleza del Señor," - cuando nos tomamos el tiempo para meditar en el amor de Dios por nosotros y su poder maravillosos y sus promesas - nos damos cuenta de que no hay razón para tener miedo.
Cuándo nosotros tenemos miedo, nosotros estamos ciegos a las maravillas del Señor, y como los dos hombres en la lectura del Evangelio de hoy, necesitamos ser sanados.
La fe es lo que nos sana - la fe que identifica a Jesús como al Señor, la fe que aprecia la belleza del Señor, la fe que sabe que Dios hará que algo bueno resulte de cada dificultad, no importa que tan mal parezca.
Esta es una fe que nos da poder de creer que nosotros verdaderamente "veremos la recompensa del Señor en la tierra de los vivos", y esta creencia cura nuestros temores.
Esta es una fe que está dispuesta a "esperar en el Señor con valor," porque sabemos que Dios nos está protegiendo, y por eso podemos experimentar alegría aun durante las dificultades.
El temor no es de Dios. No pertenece a una vida Cristiana. Ni tampoco la preocupación, porque la preocupación es el temor que sentimos cuando intentamos confiar en Dios pero dudamos de que a el le importamos lo suficiente como para hacer una diferencia.
Confiar en Dios mientras vencemos esta duda convierte nuestra preocupación en una inquietud. En vez de ansiedad tenemos esperanza. Nos importa la situación y estamos listos para resolver los problemas mientras el Señor nos dirige.
Los que están cegados por el temor son los que no pueden ver la belleza del Señor. El no es su razón para la esperanza, y así ellos tienen la razón válida para vivir en el temor. Los que ya entendemos, sin embargo, porque ya hemos visto al Señor hacer mucho bien, tenemos razones válidas para vivir en la esperanza a pesar de toda la evidencia visible a lo contrario.
La esperanza produce valentía. ¿Tienes esta valentía? ¿Cuán visible es? Tu valentía es otra oportunidad de dar a luz a Jesús.
La valentía flaquea cuando nos distraemos por nuestras tribulaciones y dificultades, enfocándonos en la evidencia del desastre en lugar de en la razón por la esperanza, quitando nuestros ojos de lo que es puro y sagrado y amoroso y divino.
La valentía aumenta cuando nos acordarnos de mantener nuestros ojos enfocados en Jesús.
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