¡Ven, Adviento!
Ven, adviento, y dispón nuestros corazones
para que, cuando llegue el Señor,
se encuentren en su mejor momento.
Ven, adviento; que no dejemos de soñar,
de anhelar otro mundo y buenas nuevas,
que impregnen nuestros días de luz y de
sosiego,
y nuestros caminos de paz y de esperanza.
Ven, adviento; sal al encuentro del que busca.
Infunde emoción en aquellos que han perdido
sentimientos.
Valor en los que, por las luchas,
el coraje se encuentra atenazado.
Ilusión, cuando en la pantalla de nuestros ojos,
aparecen lágrimas y sufrimientos.
¡Ven, Adviento!
Pregón que nos anuncia un mañana feliz.
Ven, adviento, presagio de un mañana
venturoso.
Ven, adviento, invitación a levantar
los cuerpos que desean ser liberados.
Abre, hoy más que nunca,
las almas de los abatidos.
Abre, hoy más que nunca,
los ojos de los que buscan un más allá.
Abre, hoy más que nunca,
a los que esperan a un Señor que ama.
Ábrenos, hoy más que nunca,
al encuentro de Aquel que viene:
Sin más poder, que el amor.
Sin más cortejo, que la humildad.
Sin más pretensión, que el derrochar amor.
Sin más riqueza, que la voluntad de Dios.
Sin más fuerza, que la debilidad de un Niño
Divino.
Tiempo de Adviento.
Camino por el que Dios se acerca a la
humanidad.
Sendero por el que, los hombres,
se acercan hasta el Amor Encarnado.
Horas de ensueño y de promesas,
de reflexión y de gracia, de hacerse pequeños
para que, en el corazón, habite el Grande.
Tiempo de Adviento, donde la alegría
asoma y se cuela por las ventanas
de las casas de todo creyente.
P. Javier Leoz