Viernes de la III Semana de Adviento
Santo(s) del día :
Santos Ananías, Azarías y Misael Ver el comentario abajo, o clic en el título
San Máximo de Turín :
"Enciendo una lámpara para mi Ungido" (Salmo 131,17) Libro de Isaías 56,1-3a.6-8.
Así habla el Señor: Observen el derecho y practiquen la justicia, porque muy pronto llegará mi salvación y ya está por revelarse mi justicia.
¡Feliz el hombre que cumple estos preceptos y el mortal que se mantiene firme en ellos, observando el sábado sin profanarlo y preservando su mano de toda mala acción!
Que no diga el extranjero que se ha unido al Señor: "El Señor me excluirá de su Pueblo"; y que tampoco diga el eunuco: "Yo no soy más que un árbol seco".
Y a los hijos de una tierra extranjera que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y para ser sus servidores, a todos los que observen el sábado sin profanarlo y se mantengan firmes en mi alianza,
yo los conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos.
Oráculo del Señor, que reúne a los desterrados de Israel: Todavía reuniré a otros junto a él, además de los que ya se han reunido.
Salmo 67(66),2-3.5.7-8.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros,
para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones.
Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra.
La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice.
Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra.
Evangelio según San Juan 5,33-36.
Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad.
No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.
Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado.
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Máximo de Turín (?-v. 420), obispo
CC Sermón 62, 261s; PL 57, 537
"Enciendo una lámpara para mi Ungido" (Salmo 131,17)
Mientras todo el mundo se sentía abrumado por las tinieblas del diablo y la oscuridad del pecado que gobernaba el mundo, un nuevo sol, nuestro Señor Jesucristo, tuvo a bien, llegado el tiempo, entrada la noche, extender los primeros rayos del amanecer. Antes de que aparezca esta luz, es decir, antes de que se manifieste "el sol de justicia" (Mateo 3:20), Dios ya había anunciado por los profetas, como una aurora: «envié a mis profetas antes que a la luz "(Jr 7,25 Vulgata). Más tarde, el mismo Cristo ha extendido sus rayos, es decir, sus apóstoles, para hacer resplandecer su luz y llenar el mundo de su verdad, para que nadie se pierde en la oscuridad...
Nosotros, los hombres, para realizar las tareas indispensables, antes de que el sol de este mundo se levante, nos anticipamos a la luz con una lámpara. Ahora el sol de Cristo, también tiene su lámpara, que precedió a su venida, como dice el profeta: "Enciendo una lámpara para mi Ungido" (Salmo 131,17). El Señor indica cuál es esta lámpara, diciendo de Juan el Bautista: "Este es la lámpara que arde y brilla". Y el mismo Juan, dijo, como si fuera la tenue luz de una linterna que va delante suyo: «Pero viene, el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego"(Lc 3:16). Al mismo tiempo, entendiendo que su luz tenía que ser eclipsada por los rayos del sol, predijo: "Él debe crecer y yo tengo que menguar" (Jn 3:30). De hecho, como la luz de una linterna se apaga con la llegada del sol, de igual modo, el bautismo de arrepentimiento proclamado por Juan, ha perdido su valor con la llegada de la gracia de Cristo.