Hay veces que se olvida que...
Nos enseñaron a aplaudir aunque
algo no nos gustara.
Nos enseñaron a tenerle miedo a la oscuridad
y a creer que el sol era mejor que la lluvia.
Nos enseñaron a decir "lo siento"
cuando hubiera un muerto delante nuestro.
Nos enseñaron a caminar cuando
apenas podíamos sentarnos.
Nos dijeron que teníamos que correr
cuando estuviésemos apurados.
Nos enseñaron a crecer a los golpes.
Nos dijeron que debíamos levantarnos
si llegábamos a caer.
Nos enseñaron a vestirnos bien,
a peinarnos bien.
Nos enseñaron a hacer silencio
cuando hablara otra persona.
Nos enseñaron que el día que lloviera,
debíamos taparnos para no mojarnos.
Nos enseñaron que para gritar había
que tener motivos, y no nos dieron razones
cuando preguntamos por qué cortaron
el grito de algún mortal.
Nos dijeron que los hombres no lloraban,
que no debían mostrar sus debilidades,
que tenían que ser fuertes.
Nos enseñaron a saludar correctamente,
aun a aquellas personas que no nos gustara
su forma de ser.
Nos enseñaron a llorar a escondidas,
porque "la risa es mejor que el llanto".
Nos insinuaron que debíamos casarnos
antes de los 30, sino perteneceríamos
al "sector solteronas/es".
Y cuando no aplaudimos, cuando preferimos
la noche, cuando no decimos lo siento,
cuando caemos y no logramos levantarnos
(o no queremos), cuando no nos vestimos
ni nos peinamos bien, cuando no hacemos silencio,
cuando olvidamos los buenos modales,
cuando la lluvia nos moja, cuando gritamos sin razón,
cuando no saludamos; cuando en lugar de reír,
lloramos; cuando tenemos 40 años y seguimos
caminando por la vereda de la soledad, y cuando...
cuando pasa todo esto, los maestros de la vida,
se olvidan que una vez, también nos enseñaron
a decir lo que pensamos y a hacer lo que sentimos.
No uses imprudentemente el tiempo o las palabras,
no se pueden recuperar, la vida no es una carrera
sino un viaje, que debe ser disfrutado a cada paso.