Hola, Jesús, aquí estoy para dialogar contigo.
A mí me gusta estar a tu lado y agradarte.
Y para hacerlo, quiero amarte más y vivir la caridad con mis próximos.
Ya que Tú me pides que no sólo te ame a ti, sino que también ame a mi prójimo.
Por eso, te doy las gracias, Jesús, amigo mío, porque me has hecho caer en la cuenta
de la primacía que tiene el amor en mi vida: amor a ti y amor a mi prójimo.
Sólo te pido que me enseñes a amar como Tú me has amado.
La lectura de hoy es del Evangelio según San Marcos:
En aquel tiempo, uno de los letrados se acercó a Jesús y le preguntó:
¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó:
El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios,
es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y con todas tus fuerzas.
El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No existe otro mandamiento mayor que éstos.
Le dijo el escriba: Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único
y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia
y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más
que todos los holocaustos y sacrificios.
Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo:
No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas.
(Marcos 12, 28-34)
Gracias a la pregunta del letrado sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los judíos
-tenían más de seiscientas- le daba más importancia Jesús.
La respuesta no se hace esperar y responde claramente:
"amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo".
No sin razón el Papa Benedicto XVI recalca en sus mensajes para cuaresma
la necesidad urgente de defender el derecho a la vida de los no nacidos,
de los ancianos, de los enfermos y de todo hombre sobre esta tierra.
Porque también ellos son nuestro prójimo y como tal debemos respetarlos y amarlos.
Por ello, vale la pena recordar que, antes de ir a comulgar se nos invita
a dar la paz a los que tenemos al lado, como representantes de
todos los que encontraremos a lo largo del día.
Tomemos conciencia por tanto de que recibimos a Cristo,
modelo de cómo hay que amar y darnos a nuestros hermanos.
Modelo de cómo debemos entregarnos a los demás y ser pan partido para ellos.
La cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua.
Y ese camino es de entrega, de amor total.
El Santo Padre nos ha mencionado que tenemos que llenarnos completamente del amor de Dios.
Esto se puede lograr, ya que San Pablo nos da un gran ejemplo cuando dice:
«No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí».
Es verdad. Todos los que están con Jesús y saben amarlo al igual que al prójimo,
pueden parecerse a Jesús, que siempre nos muestra un gran ejemplo
de amor al Padre y a los demás.
Por eso, en este día, Cristo nos quiere invitar a acercarnos más al Reino de los cielos
sabiendo amarle por medio del prójimo.
Señor Jesús, después de meditar a tu lado cómo puedo amarte a través de mi prójimo,
te doy gracias por enseñarme a amar, sabiendo que no sólo necesito amar a aquella persona
que menos quiero, sino que también puedo amar al que lo necesita.
Saludos