Cortesía
Al llegar a Capernaum, los cobradores de impuestos del templo
le cuestionaron a Pedro por qué Jesús no pagaba el impuesto.
Y Pedro, con su impulsividad característica, dijo que pagarían.
No sabemos si tenían el dinero para el pago,
o si fue una respuesta sin pensar del apóstol.
Pero de algo estamos seguros, cuando Pedro llega a la casa
donde estaba Cristo, pensando como le diría al Maestro
que lo había comprometido para pagar el impuesto del templo,
Jesucristo se adelanta y le pregunta:
¿Tú qué opinas, Simón? Los reyes de la tierra,
¿a quiénes cobran tributos e impuestos: a los suyos o a los demás?
Obviamente la respuesta fue: a los demás.
Cristo le estaba enseñando que Él no tenía que pagar el impuesto,
porque Jesucristo era Dios.
Era el creador del templo, era el ser a quien todos iban a adorar al templo.
Resulta una incongruencia, hacerle pagar el impuesto para mantener
el templo al ser que se adora en dicho lugar.
¡¡¿Y ahora que hago?!! se habrá preguntado Pedro.
Se podía escapar, tratar de esconderse, moverse de ciudad, inventar una excusa.
Pero Cristo fue simple y grande a la vez.
Lo mandó a pescar para sacar un pescado que tenía en su boca una moneda,
suficiente para pagar el impuesto de Pedro y el de Jesucristo.
Es notable la cortesía que ejerció Cristo.
Podría haber explicado su dignidad, argumentado su grandeza,
demostrado su origen y nadie le habría cobrado ningún impuesto.
Se podía haber ofendido con los cobradores y con Pedro,
podría haberlo mandado al apóstol a explicar la situación y evitar el pago.
Sin embargo, demostró quien era y tuvo la sencillez de pagar.
No hizo abuso de poder, utilizando su autoridad para no pagar.
Tuvo la cortesía de pagar el impuesto para identificarse con vos y conmigo.
En lugar de chapear que era Dios, simplemente pagó.
Y nos enseño una gran lección de humildad.
En estos días donde todos tratamos de imponer nuestra jerarquía,
conocimiento, dinero, escalafón o ministerio
para que se nos hagan excepciones,
Dios mismo tuvo la cortesía de pagar para ser igual que los hombre.
REFLEXIÓN – La grandeza se demuestra en la cortesía.
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