QUE DIA TAN HERMOSO
El día había empezado mal, me había quedado dormida y había llegado tarde al trabajo. Cada cosa que pasaba en la oficina me ponía mas nerviosa. Para cuando llegue a la parada del autobús para volver a casa, tenía el estómago hecho un nudo gigante. Como de costumbre, el autobús llego tarde, y estaba atiborrado de gente, tuve que pararme en el pasillo, con cada sacudón que me tiraba para todos lados, mi humor se iba poniendo más y más negro.
Entonces oí una voz profunda desde el frente: “Qué día tan hermoso, ¿no?” Como había tanta gente, no podía ver al hombre, pero podía oírlo mientras seguía haciendo comentarios sobre el escenario primaveral, llamando la atención a cada lugar que estábamos por alcanzar, este templo, aquel parque, este cementerio, aquella estación de bomberos, en poco tiempo todos los pasajeros estaban mirando por la ventana, el entusiasmo del hombre era tan contagioso que me di cuenta que estaba sonriendo por primera vez ese día.
Llegamos a mi parada, maniobrando para llegar a la puerta, pude ver a nuestro “guia” : una figura rellena de barba negra, con anteojos obscuros y un delgado bastón blanco, ¡increíble! ¡era ciego!.
Me bajé del autobús y de repente desaparecieron todas las tensiones que se me habían acumulado, Dios en su sabiduría, me había enviado a un ciego para ayudarme a ver, aunque a veces las cosas van mal, cuando todo parece estar obscuro, triste, el mundo todavía es hermoso. Subí la escalera hasta mi departamento corriendo y tarareando una canción. No-veía el momento de saludar a mi esposo con: “Qué día tan hermoso, ¿no?”.