ACOMPAÑEMOS A MARÍA
Dios nuestro, que quisiste que la Madre de tu Hijo estuviera a su lado junto a la cruz, participando en sus sufrimientos, concede a tu Iglesia que, asociada con María a la pasión de Cristo, merezca también participar en su gloriosa resurrección.
Virgen Santísima de los Dolores, míranos cargando nuestra cruz de cada día. Compadécete de nuestros dolores, como nosotros nos compadecemos de los tuyos, y acompáñanos como acompañaste a tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor, en el camino doloroso del Calvario. Eres nuestra Madre y te necesitamos. Ayúdanos a sufrir con amor y esperanza, con paciencia y aceptación, para que nuestro dolor, asociado al tuyo y al de tu Hijo, tenga valor redentor y en las manos de Dios, nuestro Padre, se transforme en gracia para la salvación del mundo.
DIARIO DE MARIA.
Te miro a los ojos, y entre tanto llanto
Parece mentira que te hayan clavado.
Que seas el pequeño al que he acunado,
Y que se dormía tan pronto en mis brazos,
El que se reía al mirar el cielo
Y cuando rezaba se ponía serio.
Sobre este madero veo aquel pequeño
Que entre los doctores hablaba en el templo,
Que cuando pregunté, respondió con calma
Que de los asuntos de Dios, se encargaba.
Ese mismo niño, el que está en la cruz,
El Rey de los hombres, se llama Jesús.
Ese mismo hombre ya no era un niño
Cuando en esa boda le pedí más vino.
Que dio de comer a un millar de gente
Y a pobres y enfermos los miró de frente.
Río con aquellos a quienes más quiso,
Y lloró en silencio, al morir su amigo.
Ya cae la tarde, se nublan los cielos,
Pronto volverás a tu Padre Eterno.
Duérmete pequeño, duérmete mi niño,
Que yo te he entregado todo mi cariño.
Como en Nazareth, aquella mañana,
"¡He aquí tu sierva, he aquí tu esclava!"
Martín Valverde