Del santo Evangelio según san Juan 16, 16-20
Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver. Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: ¿Qué es eso que nos dice: Dentro de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver y Me voy al Padre? Y decían: ¿Qué es ese "poco"? No sabemos lo que quiere decir. Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: ¿Andáis preguntándoos acerca de lo que he dicho: Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver? En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.
Oración introductoria
Gracias, Señor, por recordarme que los momentos de confusión, de dificultad o de tristeza, son momentos para crecer, para amar más, para centrarme en lo esencial, para crecer en la fe y la confianza. Fortaléceme Señor, para salir de esta oración más unido a Ti.
Petición
Padre mío, ayúdame a vivir, y a trasmitir a los demás, la alegría de tu presencia.
Meditación del Papa
Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: "volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os quitará vuestra alegría". Son palabras que indican una propuesta rebosante de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre. Plantearse el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, porque orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, que tanto ha amado Dios, a dedicarse a su desarrollo, pero siempre con la libertad y el gozo que nacen de la fe y de la esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar la realidad terrena, sintiendo que Dios nos prepara un horizonte más grande, y a repetir con san Agustín: "Deseamos juntos la patria celeste, suspiramos por la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo." Queridos jóvenes, os invito a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Esto os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras opciones y a dar calidad a vuestra existencia. Benedicto XVI, Mensaje para la XXV Jornada Mundial de la Juventud, 2010.
Reflexión
Cuando muere un familiar o un amigo, sentimos una enorme tristeza, un vacío insufrible. Dejamos de verlo. Se crea en la familia, en el lugar de trabajo, en el club de amigos, un hueco que no sabemos cómo ocupar. El o ella ya no están con nosotros. Y aunque le necesitemos, ya no lo vemos...
Algo parecido pasó con Cristo. Murió. Los discípulos se quedaron "fuera de combate". El mundo, la sociedad, la prensa, los orgullosos y egoístas, celebraron fiesta. Pero Cristo resucitó. Lo vieron pocos, muy pocos, y se llenaron de alegría. Todos los cristianos deberíamos vivir en esa alegría: Cristo ha resucitado, y está presente entre nosotros.
Cuando nos detenemos en el frenesí de cada día y entramos en una iglesia, allí lo podemos encontrar. El "mundo" no se da cuenta de esto, pues todos tienen mucho que hacer, y les falta tiempo para abrir los ojos de la fe y encontrarse con Cristo. Pero Él está allí. Te espera, y me espera...
Propósito
Vivir hoy intensamente la caridad, como si fuera hoy mi último día.
Diálogo con Cristo
Jesús, Tú me enseñas que el amor produce alegría y paz. Y, sólo puedo realizarme en el amor, en la entrega generosa y confiada a los demás. Ayúdame a hacer esta misma experiencia cada día, porque me has creado para recibir y dar amor.
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