Primera Lectura.
Números 11, 25-29
*¿Estás celoso de mí? ¡Ojala todo el pueblo fuera profeta!*
En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar enseguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: "Eldad y Medad están profetizando en el campamento." Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: "Señor mío, Moisés, prohíbeselo." Moisés le respondió: "¿Estás celoso de mí?"?¡Ojala todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!".
Palabra de Dios.
Meditación
El relato del libro de los Números presenta la organización del pueblo de Israel en su viaje hacia la tierra prometida. Israel, presentado como una comunidad santa —cuyos errores, debilidades y rebeldías no se callan, a pesar de todo—, es guiado por Dios, que habita en medio del pueblo y, acompañándolo, lo engendra con su poder y manifiesta su señorío incluso sobre los pueblos limítrofes. Nuestro fragmento pone de relieve la estructuración del gobierno de la comunidad.
Moisés es el mediador por excelencia entre Dios y el pueblo. El Señor le habla directamente y ha recibido en plenitud el espíritu. Junto a él aparecen setenta ancianos que participan de la autoridad carismática de Moisés.
El texto prosigue comunicando una verdad que marca un avance importante en el camino del hombre religioso: el don de Dios no está ligado rígidamente a un lugar, sino que alcanza a la persona allí donde se encuentre. Este es el caso de los dos hombres que, aun habiendo sido convocados entre los setenta ancianos, no habían ido al lugar fijado. También sobre ellos vino el espíritu, suscitando la contrariedad de Josué. La afirmación de la libertad soberana de Dios en su obrar es el elevadísimo mensaje que interpela al creyente de todos los tiempos, siempre acechado por la tentación de encerrar a Dios en los angostos espacios de una “justicia” que se arroga la tarea de salvaguardar los presuntos derechos de Dios pisoteando los de las personas humanas.
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Salmo:18
L*os mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.*
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado, ¿quien conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta.
Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine: así quedaré libre e inocente del gran pecado.
Segunda Lectura
Santiago 5, 1-6
*Vuestra riqueza está corrompida.*
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
Palabra de Dios.
Meditación
El fragmento se presenta como un duro apóstrofe contra los ricos. Estos, sintiéndose fuertes por los bienes de los que disponen, limitan su horizonte existencial a la tierra y se encierran en él constituyéndose a sí mismos centro de su propio mundo. Parecen vivir en una condición envidiable; sin embargo, Santiago saca a la luz el drama del que son protagonistas. La cantidad de bienes que tienen acumulados es tan grande que se deterioran: mientras que muchedumbres de pobres están privadas del mínimo que se les debe, Una ingente cantidad de riqueza está malgastada, no sirve para nada; sin embargo, puesto que se trata de bienes que los ricos han acaparado de una manera inicua, pisoteando los justos derechos de los obreros y cometiendo abusos, hasta el punto de no dudar en matar a quienes hubieran sido un obstáculo para sus intereses, los mismos ricos serán víctimas de sus ingentes capitales. En efecto, el día del juicio de los los bienes constituirán la prueba acusatoria de su conducta perversa. La vida frívola y disoluta que llevan los ricos no sirve para otra cosa más que para hacerles llegar gordos, del mismo modo que los animales para el día de la matanza.
Frente a la situación grotesca y paradójica de los ricos y carentes de escrúpulos, está la de los justos, de, defraudados en lo que les corresponde por derecho, víctimas silenciosas de vejaciones a las que no pueden oponerse, pero cuyo grito llega a los oídos del Señor. El se encargará de su defensa y cambiará su suerte. En la figura del justo podemos entrever la del “Siervo de Yavé”, cuya confianza está puesta enteramente en el Señor, que vela sobre su condición humillada y oprimida, “escucha su grito y lo salva” .
Santo Evangelio:
Marcos 9, 38-43. 45. 47-48
*El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela*
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros." Jesús respondió: "No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos la infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga."
Palabra del Señor.
Reflexión.
A veces nos parecemos a Juan y al resto de discípulos, nos ponemos celosos de quienes sin pertenecer a la institución hacen obras mejores que las nuestras. Y sale inevitablemente la frase: «pero ése o ésa es de tal o cual religión o de tal o cual grupo...». Anteponemos a la vocación universal de hacer el bien y a la práctica del amor, unos intereses mezquinos y unos criterios de autoridad y de exclusividad absolutamente rechazados por Jesús.
El diálogo de Jesús con sus discípulos refleja la situación de la comunidad para la cual Marcos escribe su evangelio. Una comunidad quizás muy consciente de lo que eran las exclusiones, pero al mismo tiempo en peligro de ser exclusivista, con una excusa quizás aparentemente sana: «ser o no ser de los nuestros», «ser o no ser del camino», «estar o no estar en el proceso...», y en fin otras talanqueras que pretendidamente intentan justificarse con la excusa de defender la «pureza» de la fe o del «credo» o del «orden» o, en definitiva, de «defender los derechos» de Dios.
Pues bien, cuando se cae en el extremo de «defender» a Dios, o los «derechos» de Dios, lo que se logra en definitiva es minimizar a Dios, ponerlo en ridículo ante el mundo, y la consecuencia más inmediata, la que previó Jesús y quizás la que ya se veía en la primera comunidad, era la del escándalo a los más pequeños. A Jesús le preocupan los «pequeños», no sólo los menores de edad, sino los que apenas empiezan a intuir la dinámica del reino con la subsiguiente imagen de Dios que él propone.
Con todo, a través de los siglos, los peligros de la comunidad primitiva se convierten en hechos reales: cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz excluidos o en entredicho sólo porque «no eran de los nuestros», cuántos Josués y Juanes empeñados todavía en «defender» una pretendida exclusividad que, por supuesto, nadie posee, con lo cual lo único que logran es escandalizar cada vez más a muchos, haciéndoles creer que Dios es tan pequeño, que puede reducirse a los estrechos límites de un grupo o de una institución, aunque sus adeptos se cuenten por millares.
Si logramos tomar conciencia de que Dios es más grande que un grupo o una institución y que en ningún momento nuestra vocación es la de defender unos supuestos derechos de Dios, sino simplemente servir, ponernos en función de construir el Reino con y desde las múltiples posibilidades que ello implica dada la insondable riqueza del mismo espíritu, entonces jamás se nos ocurrirá pensar si éste o aquél es o no es «de los nuestros», sino mejor... ¡como cooperar más y mejor con aquél o aquélla que tan bien están luchando por construir aquí el Reino!
Las gracias del Señor no deben ser ocasión de celos, de envidias, sino de actitudes de apertura, porque todas esas gracias van en el sentido del amor, y del amor universal.
En Ti, Señor, encuentro mi gozo y felicidad. Eres dulce huésped de mi alma. Estoy tan a gusto cuando experimento tu cercanía en mi oración, por ello te pido tu gracia para prepararme a vivir este momento de oración con fe, en la esperanza que no defrauda y en la caridad que no espera recompensa.
Señor, cuánto esfuerzo desperdiciado por malos entendidos o envidias. Cuánta influencia negativa por un testimonio contrario a la caridad. Los medios que la Iglesia ofrece para conocer y vivir nuestra fe son muchos. Dame tu gracia para vivir mi misión en la unidad, porque la salvación es para todos y la forma de vivir el camino para alcanzarla es variada. Quiero tener algo que dar a las demás personas con las que conviviré este día. No quiero ser un sagrario vacío, quiero llevar lo mejor, para su salvación, a los demás, y eso mejor eres Tú. Señor Jesús, que haga todo por amor a Cristo, hoy y siempre, para tener algo que dar a los demás.
Señor Jesucristo, te necesito. Te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados. Toma el control del trono de mi vida. Hazme la clase de persona que quieres que sea.” Padre lleno de amor, tú que te complaces en la misericordia y no te dejas ganar en generosidad y compasión, perdona siempre nuestras faltas y todo aquello con lo que herimos a tus hijos alejándonos así de tu casa y de tu mesa, así, con la luz de tu Espíritu Santo reconoceremos que tu amor es más grande que nuestras faltas y volveremos a ti con un corazón contrito y humillado. Gloria y alabanza a ti, Señor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Por Jesucristo nuestro Señor.Amen,y Amen .
GRACIAS SEÑOR POR ESCUCHARNOS
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico
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Con el mayor de mis respetos.
Saludos, Dios los Bendiga. *
GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.
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