Cuando finalmente Moisés había juntado el valor requerido para ir a ver a Faraón y además Dios le había mandado a Aarón como apoyo, fueron al fin los dos a hablar con Faraón para pedirle que le permitiera al pueblo de Israel salir unos días al desierto para hacerle fiesta al Señor y ofrecerle sacrificios para que no viniera sobre ellos con enfermedades y muerte.
Sin embargo, este discurso no era exactamente lo mismo que Dios sugirió en Éxodo 3: 10 cuando le dijo a Moisés: “Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel“, la Biblia no menciona si Moisés cambió el discurso por temor o por querer ser sabio en su propia opinión, pero lo que sí menciona es que el faraón no los escuchó y en cambio sí agravó la situación de los israelitas aumentándoles el trabajo y el maltrato, al grado que los jefes de los equipos de trabajo de los israelitas “... encontrando a Moisés y a Aarón, que estaban a la vista de ellos cuando salían de la presencia de Faraón, les dijeron: Mire Dios sobre ustedes, y juzgue; pues nos han hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que nos maten.“Exodo 5:20-21
Cuando todo sucede al reves¿Puedes imaginarte la mezcla de frustración, dolor y posiblemente hasta enojo que experimentó Moisés al escuchar los reclamos de los israelitas tras el rechazo de Faraón de dejarlos libres? ¡Todo lo que se había esforzado para obedecer y todo… para nada! O al menos eso parecía, parte de su frustración se lee en los últimos dos versículos del capítulo 5 de Éxodo: “Entonces Moisés se volvió al Señor, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.”.
En otras palabras Moisés le estaba diciendo a Dios: “¿Para esto me hiciste venir?, ¡Eso me pasa por tener fe!, ¿por qué abres puertas para luego cerrarlas en mis narices?, ¿estás jugando conmigo?, porque yo creí en ti ¡y en la hora importante me abandonaste y nada sucedió!” ¿Te has sentido así alguna vez? Cuando lo que esperamos de Dios no sale como debía de salir, la frustración y la duda se mezclan con nuestro dolor e impotencia provocando amargura y enojo en nuestro corazón. ¡Es más fácil dudar y molestarse, que respirar profundo y decidir confiar en Dios! Si Dios dijo algo, nada sucede al revés, nada está saliendo fuera de su plan, es simplemente que no entendemos sus maneras de trabajar.
Dios no se equivoca,Dios no comete errores, cuando hay algo malo en nuestra relación con Él, el 100% de las veces es porque hemos entendido algo mal o porque esperábamos que sus planes se ajustaran a los nuestros en lugar de rendirnos por completo a su voluntad. ¡Dios no está jugando con nosotros! Él tiene un plan perfecto que está llevando a cabo en nuestras vidas, nuestro papel es abrazar con nuestra fe todo lo que no has dicho y creerle ¡a pesar de que todo lo que suceda a nuestro alrededor no tenga sentido!.
Por supuesto es más fácil escribirlo o decirlo que vivirlo, pero si algo he aprendido a lo largo de mi vida cristiana es que cada vez que Dios me permite ver el cuadro completo de lo que hacía en mi vida en las etapas en que no entendí sus planes, termino avergonzado por dudar de su amor y fidelidad y asombrado del lujo de detalles con el cual planeó sus bendiciones para mi vida.
¡Dios es asombrosamente perfecto! Moisés apenas estaba empezando en su caminar con Dios, era normal que dudara de su poder y su palabra pues hasta ahora su experiencia era muy limitada, pero conforme los años pasaran, Moisés llegaría a conocer a Dios de una manera tan profunda que muy pocos seres humanos lo han logrado en la historia de la humanidad. Un inicio de frustración e incertidumbre en nuestro caminar con fe más que un fracaso, ¡es un gran inicio! Si nos mantenemos obedientes y persistentes, Dios nos llevará a una vida que nunca imaginamos y a conocerle de maneras que nunca creímos que serían posibles.
Dios tiene buenos planes para nosotros, no dudemos de su poder y su palabra.
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico
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