Si la conversación se interrumpe, comprueba si has sido tú el causante del corte.
No adoptes la costumbre de llamar sólo en casos de urgencia.
Eso no es trato de amigos.
No seas tacaño. No llames sólo a las horas de "tarifa reducida",
es decir, cuando toca, o en fines de semana.
Una llamada breve en cualquier momento del día sería ideal.
Las llamadas son gratuitas y no pagan impuestos.
No olvides decirle a Dios que te deje en el contestador
todos los mensajes que quiera y cuando quiera.
Toma nota de las indicaciones que Él te diga para que no las eches en olvido.
Si a pesar del cumplimiento de estas reglas la comunicación se torna difícil,
dirígete con toda confianza a las oficinas del Espíritu Santo.
Él restablecerá la comunicación.
Si tu teléfono no funciona, llévalo al taller de reparación
que lleva por nombre "Sacramento del Perdón".
Allí todas las reparaciones son gratuitas y tienen una garantía de por vida.
***Texto de Claudio Valerio - ***