DOMINGO XI
LA PROSTITUTA Y EL FARISEO SIMON
Hace ya algunos años en una reunión de catequistas, alguien pronuncio la palabra “pecado” hablando del sacramento de la reconciliación, y una persona de la reunión propuso que no se hablara de pecado y menos a los niños. Esa palabra es muy fuerte – decía ella –. Es preferible, seguía diciendo, y más a tono con los tiempos, hablar de fallos, errores o infidelidades. En el ambiente de la reunión se palpaba un amplio consenso en ello:” Sí, mejor no usar mucho la palabra pecado”, afirmó otro.
Yo, que no soy muy moderno y siempre preferí llamar al pan, pan y al vino, vino porque estoy convencido de que las palabras lo más que hacen es disimular o maquillar la realidad pero nuca cambiarla, les dije: Miren ustedes, yo me siento pecador, me miraron d reojo, por lo visto ustedes se sienten solamente débiles, equivocadas o que han obrado erróneamente. Pues miren, hay diferencia entre su apreciación y la mía porque yo veo que el mayor pecado es aquel que impide toda posibilidad de cambio y de futuro. El no tener conciencia de pecado, el no creernos pecadores ¿no será que vivimos del enjuague? Que es lo mismo que vivir en el relativismo moderno que ya está denunciado. Esta actitud tranquilizadora es tremendamente peligrosa por imprudente al hacer caso omiso al peligro. El que no conoce lo que significa un infarto, echará la culpa de ese dolor en el brazo izquierdo a cualquier cosa pero nunca irá a hacerse un electrocardiograma a tiempo. Es lo mismo que jugar junto al abismo. El no saberlo no cambia nada.( ¡ )
Pecado, amigo creyente, es todo aquello que nos aparta de alguna manera de Dios, aunque efectivamente algunas cosas sean más gordas que otras. Reconocerse pecadores supone el tener una experiencia de fe, una experiencia de encuentro con Dios. Uno se ve malo cuando se relaciona con el Bueno, con el amor, con Dios que se nos da gratuitamente. Ser pecador exige el ser creyente. Vamos al evangelio de Lc.7,36 : Nos deja al descubierto que de los dos protagonistas del relato sólo la mujer es capaz de romper un pasado y embarcarse en la conquista de un futuro porque sólo ella se ha confrontado con el amor auténtico, que la ha mirado de frente y no de reojo y la ha unido a los suyos sin pedirle curriculum vitae.
El otro protagonista, sin embargo, se cree justo, está seguro de estar en regla con Dios, sólo ve los pecados de la mujer, “ anda que ,si este fuera profeta sabría quien es la que le está tocando”, pero está incapacitado para ver los suyos porque no profundiza ni en el perdón , ni en el amor y por lo mismo jamás descubrirá en Jesús a Dios.
¿De qué le sirve saber que “sólo Dios tiene poder para perdonar”, si prefiere seguir con su mochila pesada y sin saberlo? Este nunca sabrá lo que es el perdón porque nuca supo de amor. Cuando hay circulación de amor, ¡Cómo duele hasta el más pequeño detalle que se nos olvidó!
TU FE TE HA SALVADO, VETE EN PAZ
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II Sam.12,7-10;Gal.2,16ss;Lc.7,36s.