Neil Velez 1 Pedro 2,24 Por Sus Llagas
Un día, estando Jesús en un pueblo, llegó un hombre enfermo de lepra; al ver a Jesús, se inclinó hasta el suelo y le rogó: – Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad. Jesús lo tocó con la mano, diciendo: – Quiero. ¡Queda limpio! Al momento se le quitó la lepra al enfermo, y Jesús le ordenó: – No se lo digas a nadie; solamente ve y preséntate al sacerdote, y lleva por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que conste ante los sacerdotes. Sin embargo, la fama de Jesús aumentaba cada vez más, y mucha gente se juntaba para oírlo y para que curara sus enfermedades. Pero Jesús se retiraba a orar a lugares donde no había nadie. [Efesios 3,20] Vamos a meditar un poco sobre el acercamiento del leproso hacia Jesús. En primer lugar se nos habla de que Jesús estaba en un pueblo, y un hombre enfermo de lepra se acerca a él, esto es curioso porque los leprosos no podían entrar en el templo por miedo de contagiar a alguien y porque era impuro. El leproso se le acercó, se inclinó hasta tocar el suelo y le rogó, – Señor, si quieres puedes sanarme. Éste leproso sabía frente a quién estaba parado. Porque al verlo se postró frente a Él, y nos enseña como debemos orar, como debemos acercarnos a Dios. Le dijo si quieres, no le dijo, Señor, no me merezco esto que me está pasando, soy un hombre bueno. Tampoco le dice, - oye Jesús e oído hablar de ti, si me sanas seré un servidor tuyo. No. El leproso solamente le da permiso para que actuara en el como Él (Jesús) quisiera.
Antes que nada tenemos que saber frente a quien estamos postrados, y que es lo que Él quiere de nosotros. Éste hombre, me imagino que había oído hablar de Jesús talvez alguien le dijo que podía sanarlo alguien le dio su testimonio y ahora éste leproso va en busca de un encuentro con Jesús. Tenemos que conocer, a ese Dios Todopoderoso, aquel que es el mismo de ayer el mismo hoy, el mismo siempre. Y saber como orar, muchos de nosotros en medio de nuestra tribulación no sabemos orar como es debido. Muchas veces nos encontramos diciendo, Señor soy un servidor tuyo, he sido una mujer fiel, no me merezco lo que me está pasando, no es justo. Estas palabras las oímos tantas veces, y cuantas veces la hemos dicho nosotros mismos. Pero no es hasta que nos tenemos un encuentro personal con Dios que nuestra oración cambia. Talvez éste hombre tenía un discurso preparado para cuando se encontrara con Jesús, como nosotros tenemos nuestra letanía preparada de ay Dios. Pero al cuando éste leproso se encontró cara a cara con Jesús, cuando tuvo un encuentro personal con él, su oración fue tan sencilla pero tan profunda que dijo, si quieres puedes sanarme. Y Jesús quiso. Conocemos a Dios de oídas, pero no hemos tenido un encuentro personal con Él. Lo conocemos a estilo Job, cumplimos con las leyes, sabemos quien es, somos buenos, pero en la circunstancia, decimos no lo merezco, que he hecho yo para merecer esto. No fue hasta que Job tuvo su encuentro con Dios que dijo,
Conozco que todo lo puedes y que no hay nada que no puedas realizar, hablaba lo que no entendía, y de oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven, yo te preguntaré y tú me enseñarás. Y después de estas palabras le regresó la prosperidad a Job.
Muchas veces nos acostumbramos a nuestras circunstancias, que se nos hace más fácil, quedarnos como estamos, y arreglamos nuestras vidas, alrededor de estas. Nos gustan las atenciones que recibimos de la gente y de todos, en vez de pararnos y cambiar nuestras vidas, porque eso fue lo que le paso al leproso, en vez de pedir limosna ahora tenía que trabajar en vez de no tener ningún tipo de acercamiento con nadie ahora tenía que aprender a socializar con la gente. Es un estilo de vida distinto, al que llevaba, al que estaba acostumbrado. Tenemos que levantarnos de donde estamos y lanzarnos en fe, creyendo que Dios va a suplir mi necesidad conforme a sus riquezas.
Hermano, le pido a Dios, que en éste momento o cuando tengas un momento de estar en oración tengas un encuentro con Dios, para que tú también, puedas decir: Señor si quieres puedes sanarme.
Oración: Amado Dios, en este momento te pido que derrames tu Santo Espíritu sobre mis hermanos que en éste momento te imploran, que te hagas una realidad, en sus vidas que conozcan tu poder, que actúa grandemente en nosotros, cuando te dejamos entrar, Tú dices, llamen a la puerta que se les abrirá, pidan que se les dará. Amén |