Quienquiera que fueres:
Cuando tengas un momento de sosiego, considera el siguiente decálogo del enfermo.
1. Tu salud y tu enfermedad están en las manos de Dios. Y esas manos son buenas, seguras, fuertes, sabias. Confia.
2. La trama y la urdimbre de tu vida no dependen únicamente de tu libertad, ni de tu dinero, de tus médicos. También dependen de Dios. 3. Reconoce que tu vida es un misterio. No olvides que si Dios es incomprensible, también lo eres tú, porque al depender esencialmente de Él, participas de su misterio. El revés de un tapiz artístico, aparece absurdo, por lo que al arte atañe. Así es tu vida: un paño artístico visto al revés. En la eternidad verás la razón de todo ello. Ahora cree.
4. El sufrimiento desempeña un papel providencial en la vida del cristiano:
–es fuente de gracias;
–es purificación;
–es elevación;
–es maduración. Reflexiona.
5. Advierte que no cualquier sufrimiento tiene estas cualidades. Es necesario sobrellevarlo con Cristo y por Cristo.
6. Jamás resolverás bien el problema del dolor si lo planteas mal. Jamás plantearás bien el problema del dolor si prescindes de estos dos factores: amor de Dios al hombre y libertad humana.
7. Jamás comprenderás cabalmente el amor que Dios te profesa, porque tú eres un misterio viviente de ese amor. La fe y sólo la fe puede, en parte, descorrer ese velo.
8. Jamás entenderás nada de lo humano, si olvidas que Cristo crucificado y resucitado, es la única solución de todos los problemas que se le presentan al hombre.
9. Ten presente que la felicidad no es algo que cae del cielo, como la lluvia. No es algo que surge de una fuente, fuera de nosotros mismos. Llevamos la felicidad en nosotros, al igual que un germen puesto por Dios y del cual somos responsables. La felicidad estriba en la paz interior.
10. La paz interior es la floración de la buena conciencia. Medita.P. Marcos Pizzariello
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