Cuando decidimos hacer una oración y sentirnos que tocamos las manos de Dios, pero no sabemos como empezar, ni siquiera que decirle, porque le tememos, porque estamos avergonzados, porque no sabemos hablarle al Padre de todo el mundo, la clave principal se encuentra en esa mujer perfecta de nombre Maria, que en su bondad, pobreza, castidad y enorme firmeza se manifestó todo el esplendor de Dios Padre.
Ella es una mujer dispuesta a darnos la inspiración buscada para entablar una verdadera comunicación con Dios mismo, ella no sabe decir que no, porque es el puente magnifico para cruzar los torbellinos que azotan al alma, porque ella es la venda que cubre nuestras heridas y el agua que alivia nuestra fiebre.
Maria es y será la mujer perfecta, el ideal de perfección femenina a seguir, es la estrella más luminosa en medio del desierto, en medio de los pastores y de la noche. Maria es madre y reina de todos los corazones, fue ascendida a los cielos para vigilar a todos los que creen y para amar con mayor fuerza a los que no creen, a los que se resisten al poder de Dios, a los que no saben decir: María cómo comienzo esta pequeña oración.
A María le podemos pedir que intervenga ante Jesús para ser sanos de mente y espíritu, de cuerpo y alma, para no sentirnos solos, para decirle a su hijo que deseamos transformarnos en hombres y mujeres perfectas y obedientes a la voluntad de Dios.
Es a María porque en ella vamos a encontrar todo lo que hemos perdido, porque en ella podemos depositar todos los secretos que a veces atormentan, porque en ella podemos confiar plenamente y seguramente; le podemos cantar y hablar como la mejor amiga, la mejor madre y la mejor virgen.
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