Los bautizados no sólo son participantes del sacrificio mismo, sino que son el mismo santo sacrificio al mandarles que se ofrezcan humildemente como hostia viva a Dios, diciendo: **Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios
Rom 12,1.
San Fulgencio de Ruspe
Carta 12 C.11 N24