“Sean sobrios y estén vigilantes, porque su enemigo, el diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resístanle firmes en la fe, sabiendo que nuestros hermanos en este mundo se enfrentan con persecuciones semejantes.” (1Ped 5, 8-9)
El diablo procede como el león. Aprovechando que se ha puesto el sol, gira en torno a nuestras almas. No osa aparecer para asaltarlos mientras el sol está alto en nuestro espíritu. Ruge, pero no asalta. ¿Qué importa si ruge? Deja que ruja de rabia. Quédate bajo el Sol, bajo tu Dios, y no temas ¿Ya no ves el Sol? Más Él existe. Si en una hora de prueba tu vista se niebla y no puedes ver su aspecto, aprende a sentir su calor ¿No sabes que el hielo te mataría si tu Sol estuviera muertopara ti? Si tu espíritu vive, aunque Dios lo haya enceguecido, es porque aún te besa el Sol.
“Me quedo en mi lugar. Aquí, donde me ha dejado, Dios me encontrará porque no cambio la razón de mi fe y de mi amor”
El diablo va rondado en busca del pasaje que le permita extender su garra y aferrar al incauto que está demasiado cerca de la abertura, o sea, de la tentación. O, de lo contrario, espera que salga, como presa voluntariaque se deja atraer por los sentidos. O pone en práctica la insidia más astuta: calla y queda al acecho y el que vive sin estar unido a lo divino , cae en su trampa.
Mientras siga rugiendo, es poco peligroso, pero cuando tras haberse hecho oír, calla, entonces el peligro llega al punto culminante: calla porque ha descubierto nuestro punto débil y nuestras costumbres y ya está listo para arrojarse sobre nosotros.
Vigilar. Si sobre nosotros brilla la luz de Dios, ella nos ilumina y no hace falta nada más. Pero si vives en las tinieblas, permanecer anclados en la fe y no te alejes de ella por ningún motivo ¿Todo te parece muerto y anulado? Decir a nosotros mismos: “No, todo es como antes”. Decirle a Satanás: “No, todo es como antes”.
Cuando el Sol, nuestro Dios, vuelva a brillar sobre nuestras almas victoriosas, que han vencido la atormentada noche, nos quedaremos asombrados al ver la obra liberatoria que el mismo demonio ha cumplido, contra su voluntad, mientras rondaba enfurecido a nuestro alrededor, porque en su furia impotente, al ponernos a la defensiva, ha hecho que las pequeñas imperfecciones, como tiernas hierbas demasiado pisoteadas, murieran definitivamente y que sobre el suelo desnudo descendiera triunfante la luz, para que creciera con más fuerza nuestra flor, nuestro espíritu, creado para vivir en el Cielo.
“Ve en paz. Vuelve a tu cruz y a tus tinieblas, llevando contigo la paz, llevándote el recuerdo de éste sol. Ve. A pesar de que en estas horas, no puedes vernos porque el dolor te enceguece, cree en Mi y en mi Madre”
Fuente: jesusmariasite.org