Palabra, para mí …
Pienso amigo/a que, desde que casi todos somos ricos y desde que tantos turistas nos fotografían por la calle, se ha terminado el servir, o mejor, el servirnos mutuamente. Ya todo se compra y se vende, incluido el amor que hasta hace bien poco tenía patente de corso y bien que se cantaba aquello de: “ ni se compra ni se vende, no hay en el mundo dinero para… y el cariño verdadero ni se compra ni se vende”. Pues a poco que reparemos en nuestras relaciones humanas de hoy, comprobamos que el servir se ha vuelto de “toma y daca” o lo que es lo mismo: tu me sirves, yo te lo pago y en paz. El servicio gratuito y gratificante lo hemos rebajado a la categoría de servil y comercial. Cuanto más poderosa sea una persona, tiene más servidores y ella, a su vez, sirve menos.¿Valdrá para algo? me permito preguntarme. En las categorías generales de nuestro refinado mundo, el amor se ha reducido a una calentura de fin de semana y la ayuda caritativa o solidaria a la simple ocasión de juntar unas pesetillas con cara altruista y bonachona. No es extraño pues, que el evangelio o buena noticia de ese tal Jesús de Nazaret, nada tenga que decirnos a los conformistas, soñadores y nostálgicos de hoy. En este ambiente ¿cómo vamos a entender que el amor se manifiesta en el servicio y compromiso de unos por los otros? El estar pendiente del otro, preocupados, atentos a sus necesidades con actitud de ayuda, es lo que merece en verdad la sublime categoría de AMOR y esto es en definitiva lo que ha de caracterizar la vida de un CREYENTE cristiano y la de la comunidad o Iglesia de Jesús. Esto es lo nos va faltando a los cristianos y a la Iglesia, aunque nos empeñemos en poner en la cumbre de nuestras lágrimas, oraciones y lamentos otras tantas necesidades que, aun siendo verdad, son más fácilmente prescindibles, llámense falta de vocaciones, cultura religiosa, libertad etc.
En los “Hechos de los Apóstoles” (6,1-7) los primeros cristianos tratan un problema que afectaba a la esencia de su comunidad – “enseguida van apareciendo los más y los menos guapos”. - Había cristianos que no habían salido de Jerusalén y otros que procedían de ambientes de lengua griega y a estos se les tenía por menos cristianos o cristianos de segunda, pero inmediatamente hallan una solución material pues ese era– el hambre de los necesitados de lengua griega – el problema.
Los Apóstoles ven la importancia que tiene el mantener el amor efectivo dentro de la la Comunidad de Jesús y encargan a otros –“ gente sensata, seria y capaces de comprometerse” – la administración porque quieren dedicarse en plenitud a cultivar la fuente del amor y la hermandad: “No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios y convertirnos en meros funcionarios o administradores.” “Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la PALABRA. (Hech.6,1-7) Termina este evangelio del Domingo V de Pascua diciendo: “…..crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes (de los que lo habían crucificado) aceptaban la fe cristiana” .
El itinerario normal del hombre hacia Dios pasa necesariamente por Cristo, que no va
lleno de prodigios deslumbrantes, como muchos quisiéramos, sino que se
manifiesta en sus obras de libertad y dignificación humana, cuya hoja de ruta, de servicio al hombre, tenemos hoy los que queremos ser Cristianos.
“Ha ce tiempo que he estado con vosotros y aún no me conocéis?.... El Padre que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras….¡ No Perdáis la calma…..! Yo soy el camino, la verdad y la vida……….. (Jn.14,1-12)