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Mi vida se alimenta de manantiales secretos
de aguas tranquilas que fluyen
del eterno corazón de las cosas,
más allá de mi conocimiento consciente.
No puedo descubrir su misterio
o marcar sobre un esquema
los medios por los que esas corrientes
refrescan el corazón cansado.
Sólo sé que cuando estoy sediento
de manantiales inagotables
Dios oye y presta atención a mi oración.