Bendito seas, mi Dios, mi aire, que estás ahí, tan cierto como el aire que respiro.
Bendito seas, mi Dios, mi viento, que me animas, me empujas, me diriges.
Bendito seas, mi Dios, mi agua, esencia de mi cuerpo y de mi espíritu, que haces mi vida más limpia, más fresca, más fecunda.
Bendito seas, mi Dios, mi médico, siempre cerca de mí, más cerca cuanto me siento más enfermo.
Bendito seas, mi Dios, mi pastor, que me buscas buenos y frescos pastos, que me guías por las cañadas oscuras, que vienes a mí cuando estoy perdido en la oscuridad.
Bendito seas, mi Dios, mi madre, que me quieres como soy, que por mí eres capaz de dar la vida, mi refugio, mi seguridad, mi confianza.
Bendito seas, Dios, bendito seas.
P. José Enrique Galarreta
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