Dale Tiempo a Dios...
Si tienes un problema muy agobiante, una necesidad muy grande en tu vida;
tal vez el problema es que monopolizas toda la plática con Dios
y no le estás escuchando a Él para nada.
...
¡Deja de hablar tanto y toma tiempo para escuchar!
Escucha la Palabra de Dios.
Quédate en silencio y deja que Él te hable.
Cuando estés en silencio esperando en Él, escucharás un susurro, una suave voz.
Alguien llamó a eso “un impulso divino”,
pues es una impresión en tu corazón indicándote que tienes que hacer algo en particular.
Él responderá.
Algunos creen que orar significa seguir pidiendo y pidiendo,
seguir hablando y rezando y rogándole al Señor con una gran palabrería
y una gran insistencia para convencerlo de que nos conceda lo que queremos.
Este tipo de oración no demuestra mucha fe, ni confianza en que Él va a responder.
Todo lo contrario , demuestra tu falta de fe e incredulidad,
pues dudas que Él ya te oyó y que la respuesta está en camino.
Cuando ores, no necesitas seguir pidiéndole lo mismo
e insistir con tantas palabras tratando de expresar lo que quieres.
Lo que en verdad necesitas es seguir ‘creyendo’, y ‘esperando con fe’.
¡Espera que Dios te responda!
La respuesta está en camino, ¡Dios responderá!
¿Sabías que el sentido más sublime de la oración no es insistir o demandar a Dios?
Es entrar en comunión con Él,
remontando todo nuestro ser hacia los cielos y esperando con fe la respuesta divina.