Este era el título de un artículo aparecido en Selecciones, abril del 88. En el se narra la historia de un joven de 15 años que sufría de leucemia.
Para nada habían servido el cuidado de doctores, enfermeras y el cariño de su madre. La enfermedad y la depresión se habían adueñado seriamente de aquel joven. Sin embargo, un día se antojó de tener flores en la habitación.
Su madre encargó un hermoso arreglo floral. Además de la tarjeta de su madre venía otra, escondida entre las flores que decía, “Douglas, fui yo, Laura, quien atendió el pedido de tus flores. De
niña, a mis 7 años, padecí también, igual que tú, de leucemia. Hoy tengo 22 años y me siento muy bien. No lo olvides, te puedes curar. Mi corazón está contigo.