Demóstenes echaba en cara los errores a los atenienses. Un día, que les estaba hablando en una plaza pública, recibió un abucheo fenomenal. “¡Sólo dos palabras para contaros la historia de
un asno”, gritó. Y la multitud le dejó hablar.
“Había una vez, prosiguió Demóstenes, un viajante que alquiló un asno para ir de Atenas a Megara y el dueño del asno le acompañó en el viaje. A mediodía buscaron la sombra de un árbol para sentarse a comer y como no había ninguno, el dueño del animal se sentó a la sombra del asno.
-Te he alquilado el asno, pero no su sombra de modo que el asno sigue perteneciéndome – explicó el propietario.
-De ninguna manera. Me has alquilado el burro entero con todas sus circunstancias, replicó el viajante”.
Al llegar a este punto, Demóstenes se calló. Los asistentes gritaron : “¿Y qué ocurrió después?” Y el orador preguntó: “¿Os interesa más oír hablar de la sombra de un asno que de
vuestros propios intereses?