Hay verdades que tal vez a simple vista nos pueden dejar un poco confusos, como puede ser María Corredentora.
La impresión de rechazo nos puede venir, porque no precisamos bien el significado.
1. María es corredentora por su condición de Madre. Cuando decimos que María es corredentora, no negamos que el único Redentor que hemos tenido y tenemos es Cristo, sino que queremos decir: El papel de María en nuestra redención ha sido de subordinación respecto a Cristo. María corredentora porque Cristo quiso redimirnos siendo hombre y no lo podía ser sino nacido de una mujer, que ésta fue María. Pudo redimirnos de muchas maneras, pero quiso hacerlo haciéndose hombre en el seno de María.
2. María es corredentora por su total entrega a su Hijo.
2.1. Disponibilidad. María estuvo a la total disposición para cumplir la voluntad de Dios. Cualquier insinuación que Dios le manifestara, Ella la cumplía inmediatamente. Todo tenía relación con los planes redentores de Dios. Jesús se quejaría “este pueblo me honra con los labios, pero no con el corazón”. María “todo lo que le decían de su Hijo, lo guardaba en su corazón” y de esta manera podía estar más en sintonía con Él.
2.2. Desprendimiento. Nos llama la atención el desprendimiento que tuvo, para que su Hijo pudiese cumplir plenamente el plan que había traído a esta mundo, no lo quiere retener junto a sí, aunque el corazón de madre se lo pidiese, pues, Ella sabía que no podía obstaculizar el camino que su Hijo tenía que recorrer, había aprendido muy bien aquella “reprimenda” que Jesús, siendo niño, le había hecho, cuando le encontró en el templo: “¿No sabíais que debo de ocuparme de las cosas de mi Padre?”.
2.3. Presencia dolorosa. Cualquier acto de la vida de Jesús podía habernos salvado, pero Él quiso ordenar toda su vida a su muerte y resurrección. María que había dicho “sí” en la anunciación, tuvo esta misma actitud en toda su vida, no sólo en los momentos gozosos, sino también en los dolorosos, y de manera especial al pie de la cruz. Allí supo unir todos sus dolores físicos y psíquicos al lado de los de Cristo, consciente de que de esa manera estaba en plena sintonía con su Hijo. Los sufrimientos de Cristo eran suficientes y sobreabundantes para redimirnos, pero quiso unir a los suyos los de su madre.
La presencia dolorosa al pie de la cruz (Jn. 19, 25-27) como su integración en la primera comunidad cristiana (Hch 1,14) son señales muy expresivas de su misión corredentora.
María se entregó en alma y vida a la causa de Jesús, que en el Reino de Dios, supo poner sus sentimientos y dolores junto a los de su Hijo, nuestro Redentor.
|