Hay caminos que no tienen atajos y transitar la paciencia es dejar que el tiempo paute y amase nuestras vidas
Por: Mons. Josep àngel Saiz Meneses
En la personalidad del Papa Francisco encontramos aspectos muy interesantes. Uno de ello es la paciencia. Ya en sus años de obispo auxiliar primero y después de arzobispo de Buenos Aires encontramos un elogio de la paciencia muy sugestivo.
En sus años juveniles, el “padre Bergoglio” estaba muy volcado en la acción. “Jugaba a ser Tarzán”, explica a Sergio Rubin y a Francesca Ambrogetti, los dos periodistas que recogieron sus conversaciones con el jesuita Bergoglio en el libro aparecido recientemente con el título de El Papa Francisco. Conversaciones con Jorge Bergoglio (Ediciones B).Cuentan los periodistas que, en sus diálogos con el arzobispo bonaerense, éste pronunciaba repetidamente la expresión “transitar la paciencia”. Le preguntaron qué quería decir con ese concepto, y tanto por la rapidez con la que respondió, como por el énfasis que puso, pudieron advertir que habían abordado un punto muy significativo para el futuro Papa.
“Es un concepto en el que caí en la cuenta con los años leyendo el libro de un autor italiano con un título muy sugestivo: Teologia del fallimento, o sea, teología del fracaso, donde se expone cómo Jesús actuó con paciencia. En la experiencia del límite –añade-, en el diálogo con el límite, se fragua la paciencia. A veces la vida nos lleva a no hacer, sino a padecer, soportando, sobrellevando (del griego hipomoné) nuestras limitaciones y las de los demás. Transitar la paciencia –explica- es hacerse cargo de lo que madura es el tiempo. Transitar la paciencia es dejar que el tiempo paute y amase nuestras vidas”.
A los humanos nos encantan los atajos y nos infunden temor los caminos. Sobre todo si son largos caminos. Y hay caminos que no tienen atajos.
“-¿Cree que la paciencia exige un aprendizaje?” –le preguntan los periodistas.
“-Sí -les responde Bergoglio-. Transitar en paciencia supone aceptar que la vida es eso: un continuo aprendizaje. Cuando uno es joven cree que puede cambiar el mundo y eso está bien, tiene que ser así, pero luego, cuando busca, descubre la lógica de la paciencia en la propia vida y en la de los demás. Transitar en paciencia es asumir el tiempo y dejar que los otros vayan desplegando su vida. Un buen padre, al igual que una buena madre, es aquel que va interviniendo en la vida del hijo lo justo como para marcarle pautas de crecimiento, para ayudarlo, pero que después sabe ser espectador de los fracasos propios y ajenos”.
El cardenal Bergoglio proponía a sus interlocutores un modelo del padre que practica la paciencia en el padre de la parábola del hijo pródigo. Lo hacía con estas palabras: “Me impresiona mucho esta parábola. El hijo pide la herencia, el padre se la da, hace “lo que se le canta” y vuelve. Dice el Evangelio que el padre lo ve venir de lejos. De modo que debe de haber estado mirando, desde la ventana para ver si lo veía venir. O sea que lo esperó pacientemente.”
+ Josep àngel Saiz Meneses