Yo te animaría a que llenases muchas cajas de besos y las fuera regalando a todos los que te encuentres
Sabes que a Jesucristo siempre le ha gustado utilizar parábolas, ejemplos, historias, para hacerme entender por todos. En Los Evangelios te habrás encontrado con muchas. Hoy te voy a ofrecer una historia tierna que alguien ha escrito, y que me ha gustado. Se llama "La Caja de los Besos", y dice así:
Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por desperdiciar un rollo de papel de envoltura dorado.
El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia, cuando vio a la niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de navidad.
Más sin embargo la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y dijo:
"Esto es para ti, Papaíto"....
El se sintió avergonzado de su reacción de furia.
Pero este volvió a explotar cuando vio que la caja estaba vacía.
Le volvió a gritar diciendo:
No sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber algo adentro.
La pequeñita miró hacia arriba con lagrimas en los ojos y dijo, " Oh, papaíto.....no está vacía, yo sople besos adentro de la caja. Todos para ti, papi.
"El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplico que lo perdonara.
Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años y siempre que se sentía derrumbado, el tomaba de la caja un beso imaginario y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.
En una forma muy sensible, cada uno de nosotros hemos recibido un recipiente dorado, lleno de amor incondicional y besos de hijos, amigos, familia y de Dios.
Nadie podría tener una propiedad o posesión más hermosa que esta.
Todos recordamos los besos de nuestros padres, de los seres queridos... Y los que nos enviaban tantas personas amigas en el interior de una carta, o por teléfono, y hoy especialmente por internet… Esos besos de cariño nos han dado siempre mucho aliento.
Pienso en tanta gente que necesita besos de gratitud, de auténtico amor, de perdón, de inocencia, de paz…
Yo te animaría a que llenases muchas cajas de besos y las fuera regalando a todos los que te encuentres por el camino, en especial a los más tristes y necesitados. Seguro que el mundo estallaría en una gran sonrisa, y todos seríamos mejores. Haz la prueba… Ah, y no te olvides que todos los días el primer beso debe ser para Dios… Y deja que El te bese cuando lo recibes en la Eucaristía.
Así el mundo será más bello.