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SANTO
ROSARIO EN LA IMAGEN
Fabián,
Santo
XX Papa, 20 de enero
Fuente:
multimedios.org
Papa y
Mártir
Martirologio
Romano: San Fabián, papa y mártir,
que, siendo simple laico, fue llamado al
pontificado por indicación divina y, después de
dar ejemplo de fe y virtud, sufrió el martirio
en la persecución bajo el emperador Decio. San
Cipriano, al hacer el elogio de su combate,
afirma que dejó el testimonio de haber regido la
Iglesia de modo irreprochable e ilustre. Su
cuerpo fue sepultado en este día en el
cementerio de Calixto, en la vía Apia de Roma
(250).
Etimología:
Fabián = Aquel que pertenece a la familia de
Fabio, es de origen
latino.
Sucedió en el
papado a San Antero y gobernó la Iglesia unos
quince años (236-250), hasta la persecución de
Decio, durante la cual sufrió el martirio. Fue
sepultado en el cementerio de San Calixto, donde
se lee su epitafio. — Fiesta: el 20 de enero,
junto con la de San Sebastián. Misa
propia.
Sabemos muy poca cosa de este
pontífice. Pero figura en el Catálogo Liberiano
y en el Liber Pontificalis, y nos hablan de él
San Cipriano de África, San Jerónimo y el
historiador Eusebio de Cesarea. Este último
refiere que en una ocasión en que Fabián
regresaba del campo con algunos amigos, la
multitud de los cristianos se hallaba congregada
para la elección de nuevo Papa. Nadie pensaba en
él, cuando una paloma vino a posarse sobre su
cabeza. Lo muchedumbre, conmovida por el hermoso
espectáculo, empezó a gritar y repetir:
«¡Fabián, pontífice!». Y él no tuvo más remedio
que acceder.
El Liber Pontificalis lo
hace natural de Roma, aunque alguna leyenda le
atribuye procedencia extranjera. Es también
legendaria la atribución que se le adjudica de
tres cartas de la colección llamada del
Seudo-Isidoro y del decreto 21 del Código de
Graciano.
De su pontificado, pueden
reseñarse varias cosas hermosas y notables.
Menciónanse algunos edificios mandados erigir
por él encima de los cementerios o catacumbas,
aprovechando, por cierto, un período de
tranquilidad que gozó la Iglesia después de la
persecución de Maximino
Tracio.
Distribuyó los distritos urbanos
a los siete diáconos, para que fuese mejor
atendida la beneficencia y estuviesen bien
administrados los fondos de la Iglesia. Medida
que estuvo en vigor durante muchos siglos y que
señala los comienzos de las regiones
eclesiásticas y de la administración
religiosa.
Instituyó también siete
subdiáconos, para que recogiesen y archivasen
las actas y gestas de los mártires, redactadas
asimismo por siete notarios. En toda esa
organización podemos ver un esquema oficial del
clero, necesario para el ordenado ejercicio del
culto y de la caridad cristiana.
Fue el
suyo un tiempo de controversias teológicas,
especialmente en Roma. Uno de los efectos que
las ocasionaron fue el cisma llamado de
Novaciano, que estalló en el pontificado
siguiente (el de San Cornelio), pero se había
incubado durante el del Papa Fabián, gracias tal
vez a la bondad y dulzura del
Pontífice.
En efecto, Novaciano, de Roma,
y Novato, de Cartago, íntimos amigos,
defendieron un error de tipo puritanista,
enfrentándose con el criterio del Papa Cornelio.
Sus numerosos adeptos eligieron Papa a
Novaciano.
Duró el cisma poco tiempo.
Consistía el error en acusar de indulgente al
Papa con respecto a los lapsos, es decir, a los
caídos en apostasía u otro pecado enorme, y en
propugnar que la Iglesia no había de estar
integrada más que por personas puras (cátaros),
no debiendo ni pudiendo ser readmitidos en su
seno los que pecaban después del Bautismo, pues
el poder de perdonar no pertenecía más que a
Dios.
Ahora bien: la rebelión de
Novaciano no obedecía a una razón doctrinal,
sino a una razón moral y síquica. Novaciano era
un escritor brillante, que en tiempo de San
Fabián había dado a luz un tratado sobre la
Trinidad —no de gran valor teológico, por
cierto—, con el cual quiso refutar doctrinas
heréticas gnósticas; pero, a pesar de su
magnífico estilo y de su buena intención en este
caso, se caracterizaba por su índole
altanera.
El Papa Fabián, prendado de su
ingenio, dejó que fuese ordenado presbítero,
confiando en los buenos servicios que podía
prestar a la Iglesia. No pensó que sus defectos
pudieran hacer de él un antipapa. Así fue, sin
embargo. Su espíritu soberbio y ambicioso le
convirtieron en tal, cuando, en 251, en vez de
su propia elección, vio que era elevado al solio
pontificio San Cornelio.
Fuera del ámbito
de Roma, intervino Fabián en la deposición del
obispo africano Privato, y mantuvo
correspondencia con Orígenes, el gran pensador y
exegeta de Alejandría, que quería justificar
algunos puntos controvertidos de su
doctrina.
Atribúyesele asimismo el primer
envío de misioneros a las Galias.
En el
orden litúrgico-sacramental, fue Fabián el
pontífice que mandó fuese quemado y renovado
todos los años, en Jueves Santo, el santo
crisma. Además, hizo cinco ordenaciones, todas
en el mes de diciembre, en las cuales creó
veintidós presbíteros, siete diáconos y once
obispos para diversas diócesis.
La efigie
de San Fabián aparece en los plafones pictóricos
de la Capilla Sixtina, y la antigua cristiandad
le tributó una veneración saturada de
simpatía.
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