A veces nos invade el pesimismo, la tristeza o la sensación de que todo va mal… en el mundo, en mi trabajo, en mi familia, en mi vida.
Y es que somos frágiles, y el maligno siempre está atento para aprovecharse de esa fragilidad y procurar hacernos sentir que las cosas no funcionan o que no vale el esfuerzo por hacerlas mejores… ¡Pero no es así!
Cada nuevo amanecer o cada niño que nace, es una prueba más que Dios renueva su confianza en nosotros y nos otorga una nueva oportunidad de encaminar nuestros pasos hacia Él corrigiendo errores, superando dificultades, venciendo fragilidades propias de nuestra humana condición.
Dios quiere mostrarnos que más allá de todo lo malo y negativo que hay en el mundo, todavía hay muchas personas buenas, muchas familias bien constituidas, mucha gente que ama y ayuda al prójimo, muchas buenas noticias que superan a las malas, muchos cristianos que rezan y muchos no cristianos que se convierten, muchos motivos para renovar la fe, la esperanza y el amor.
Demos gracias a Dios porque nos permite a cada momento experimentar Su presencia llena de amor misericordioso en nuestras vidas. Él renueva todos los días su alianza con nosotros, y nos dice: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).
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