Contigo, Señor, pueden ser santos
todos los días de mi existencia.
Si vivo en tu presencia, si te entrego mi amor,
y pongo mi confianza en tu providencia ilimitada;
si sé pedir perdón cuando te ofendo,
y si a la hora del dolor busco tu rostro
para aprender contigo
lo que es el sufrimiento redentor.
Si aprendo a compartir, Tú estás conmigo;
si en el gozo y el éxito vuelvo a Ti la mirada,
será santa mi vida, porque eso es santidad:
estar siempre contigo, mi Dios; hasta la eternidad.
Vivir y morir contigo es garantía
de la suprema ley de santidad.
Francis Pastor, cmf - Lunes 29 de Marzo del 2010
Por la mañana
Tienes entrada libre, Jesús, a este camino nuevo de tu sangre. Puedes hacerlo o retirarte. Pero ha llegado el momento de la decisión, la última etapa del camino. Hemos pasado largos ratos contigo, llenos de aventuras, sorpresas y transformaciones. Y yo sé que estoy en la víspera de ser testigo de la sorpresa más grande: tu paso decidido hacia el ocaso de tu carne, para alumbrar desde la humillación de tu muerte el día de la luz definitiva.