La experiencia y la Palabra de Dios nos aseguran que vivimos en medio de influencias tanto negativas como positivas. Existe el instigador al mal, existen los que se dejan poseer por el odio y la perversidad. Y estas malas ondas vibran a nuestro alrededor y nos quieren envolver en sus redes. Pero hay una fuerza poderosa que te protege: la oración humilde y el sacrificio.
“¡Queridos hijos! Hoy, de una manera especial, los invito a la oración y a la renuncia. Porque ahora, como nunca antes, Satanás quiere seducir a la mayor cantidad posible de personas y llevarlas por el camino de la muerte y el pecado. Por tanto, queridos hijos, ayuden a mi Corazón Inmaculado a triunfar en este mundo tan pecador. Yo les imploro a todos ustedes que ofrezcan oraciones y sacrificios por mis intenciones, para que pueda presentárselos a Dios por lo que sea más necesario. Olviden sus deseos, queridos hijos, y oren por lo que Dios desea, no por lo que ustedes desean. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
Suavemente la Reina de la Paz nos pide llevemos a nuestra vida lo que dijo Jesús: “El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. La vida de cada día con sus exigencias y responsabilidades te ofrece ocasiones de ofrecer sacrificios y renuncias por las intenciones de nuestra querida Madre del Cielo. Ayúdala.